Talleres ganó 3-1 en Mendoza y quiere dar pelea hasta el final.

"Hay que ganar y rezar, de acá hasta el fin del torneo". A punto de subir al colectivo que traería a Talleres de regreso a Córdoba, el capitán Federico Lussenhoff dejaba escapar las mismas palabras con las que se había marchado hace una semana de la Boutique de barrio Jardín, tras aquella lacerante derrota ante Los Andes, que dejó al equipo albiazul en la cornisa respecto de sus posibilidades de evitar un descenso directo.

La diferencia era que ayer el resultado y la forma habían sido bien distintos. La "T" terminaba de vencer a Independiente Rivadavia por 3-1 y tomaba un poco de aire, ya que alcanzó a Almagro en el promedio y se acercó a Los Andes. Y lo había hecho con una especie de "milagro futbolero", teniendo en cuenta las condiciones en las que había arribado al estadio Bautista Gargantini. La "falta de compromiso" de la que dio cuenta Cristian Zermattén y que luego ratificó el DT Raúl Peralta, aún estaba rebotando por el vestuario. Como que el enemigo estaba adentro, en una instancia clave.

Pero esta vez la imagen fue distinta. No hubo escenas del "sálvese quien pueda" de la semana pasada, con defensores pasando al ataque, por caso. Sobró el compromiso, en todos los climas del partido que hizo Talleres. Cuando sufrió al principio, se hizo fuerte en la defensa; a la hora de razonar el juego, tuvo a Lucas Godoy (ayer debutó como titular y hasta tacos se animó a tirar) y cuando debió definirlo lo hizo de primera. Como Salmerón, simple en la definición y en las asistencias. O como "FF" (Emmanuel Fernandes Francou), apretando a los limitados defensores rivales con la misma determinación con que habilitó al pibe en el 3-0. Por eso, el abrazo del final entre todos los jugadores y el cuerpo técnico y los cantos en el vestuario, que sonaron a desahogo.

Los vaivenes de la "T". "Lo del compromiso pasó, disfrutemos este presente. Ahora viene Chacarita, otra final, y hay que volver a ganar. El lunes, después del 1-2 con Los Andes, estábamos muy mal psicológicamente. Hoy tenemos una esperanza", decía "el Pupi", rodeado de un grupo de hinchas de Talleres encabezados por el infaltable René Batán.

A unos metros estaba Raúl Peralta, quien también vivió una semana particular. Defraudado por la respuesta del equipo de la semana pasada y desautorizado por Bardo Fierros, el DT encontró ayer alivio con la victoria y con la dedicatoria de Salmerón en el 1-0. "Fue importante. Hicimos lo que debíamos hacer. Esto es fútbol y faltan partidos", manifestó.

Una semana atrás, un mal resultado dejó a Talleres en un desconcierto total. El 3-1 de ayer le dio algo de esperanza. Así está el equipo. Así viven los hinchas.