Alguna vez se le preguntó a Armando Pérez sobre si Córdoba Celeste subsidiaba de algún modo a algunos de sus hinchas. “Excúseme de responderle esa pregunta”, dijo el dirigente. Para Carlos Ahumada, los hinchas de “La Fiel” coordinan el ingreso de sus pares al estadio. 

No hace mucho, un dirigente de Instituto intervino en plena tribuna para evitar que una pelea entre hinchas tuviera un final más cruento. 

Los directivos de los principales clubes de Córdoba apelan a los eufemismos o a las excusas para seguir abonando un mal endémico, que prolonga sus terminales en los puntos más neurálgicos de nuestra sociedad. 

Los barrabravas siguen siendo apañados desde los escritorios. ¿No resulta al menos extraño que el tan mentado Cosedepro, el órgano de seguridad deportiva creado por el Gobierno provincial no se haya expedido sobre lo ocurrido el sábado último en barrio Jardín? ¿O es sólo una pomposa dependencia que anuncia partidos amistosos de verano? 

¿La Policía nunca se vale de los costosos sistemas de video en los estadios para identificar a los violentos? Ante tamaña falta de respuestas, ¿vale la pena aludir a los avatares deportivos de Talleres, Belgrano e Instituto? Hacerlo con lo que ha pasado, sería un chiste de mal gusto.