El DT sabe que contra Olimpo estará en juego su continuidad, como dijo un vice de Ateliers.

La escenografía no era la mejor para iniciar los preparativos para el partido contra Olimpo. El 0-3 ante Unión y el rendimiento del equipo pusieron a Juan Amador Sánchez en el ojo de la tormenta. Y las declaraciones del vicepresidente de Ateliers, Carlos Sforzini, a La Voz del Interior, habían dejado al DT en un lugar incómodo. "No llega el mensaje a los jugadores. El partido ante Olimpo puede ser decisivo para su continuidad", había dicho el segundo de Carlos Ahumada. Tampoco lo dejaba bien parado el hecho de que los jugadores hubieran discutido en el vestuario de Unión, delante suyo. Para completar, ayer los barras se hicieron presente en la práctica y también buscaban una explicación.

¿Qué hizo Sánchez? ¿Renunció? Nada que ver. Aceptó que los plazos los fija quien lo contrata, en este caso Ateliers, aunque evitó polemizar. "Me parece perfecto que Sforzini se explaye como quiera. Soy respetuoso de los que me critican. A veces, hacen bien", dijo Sánchez.

–¿Y el plazo que le impuso?
–Los que deciden los plazos siempre son los dirigentes. Pondré el pecho hasta que me digan basta. Pero en la adversidad me hago más fuerte.

–¿Usted hizo autocrítica?
–Siempre.

–¿Qué se achaca?
–Ser el responsable del equipo en estos dos partidos.

–¿Por qué asume las responsabilidades de los jugadores y de la gerenciadora?
–Si puedo dar una mano para que todo esté bien pongo el pecho. Vine a eso, a que las cosas salgan bien. Puedo colaborar en alguna discusión, o alejamiento, o problemas entre los chicos. Me gusta el diálogo y que se hable de frente. Esto que ha pasado le viene bien al grupo.

–¿Las discusiones en la cancha o las del vestuario?
–En el campo siempre hay discusiones. No vamos a ser necios porque las hubo ante Unión. Pero en el vestuario, no pasó nada. Como cabeza de grupo, soy pacifista. Pero no puedo permitir que dos jugadores se peleen delante del cuerpo técnico y de sus compañeros.

La barra, el DT y el plantel. Después de la autocrítica y antes de la práctica, Sánchez y el plantel debieron prestarse, alternativamente, a un "diálogo" con la barra brava. "Me dieron el apoyo", contó Sánchez. Luego, vino la reunión del entrenador con el plantel y, después, un encuentro aparte del DT con el dúo Lussenhoff–Zermattén. Más tarde le tocó a Wilchez.

Contra Sforzini. Los jugadores fueron menos diplomáticos con Sforzini. El vicepresidente de Ateliers había dicho que la "T" era un equipo sin alma, que había sentido vergüenza en la goleada ante Unión y que los jugadores estaban al día. La nota en la que manifestó sus dichos fue pegada en el vestuario. "La pegamos, sí. Me extrañó lo de esta persona porque recién llegó al vestuario. No conoce el grupo y no sé si puede saber o no de fútbol. Fueron inapropiadas e infundadas", dijo Lussenhoff.