Marcos Russo / mrusso@lavozdelinterior.com.ar

La confirmación de que Ricardo Gareca volverá a dirigir a Talleres es el mejor regalo que recibirán los hinchas albiazules para el cierre de año. No porque "el Tigre" tenga una varita mágica y vaya a asegurar un título, sino que su sola presencia hará renacer las ilusiones del golpeado pueblo tallarín.

Con un equipo que cumplió su peor campaña en torneos cortos de la B Nacional y con una situación institucional con cuestionamientos permanentes, la llegada de Gareca es casi como una bendición.

El triunfo 5-0 sobre Belgrano que rompió una racha de 14 años sin victorias en el clásico, el ascenso del '98 y la obtención de la Copa Conmebol en el '99 son pergaminos que están muy por encima de una mala campaña, que sí cumplió en su último ciclo.

Sin dudas de que Gareca es el técnico más querido por los hinchas albiazules en la última década y su llegada goza de la aceptación mayoritaria de su gente. Seguramente que no servirá para silenciar las críticas, pero es innegable que, para el gerenciador Carlos Granero, Gareca será un "Tigre" de batalla para dar un golpe de efecto que le ayude a revertir su desgastada imagen actual.