Le ganó bien a Rosario Central en el Kempes y no suelta la punta. Hay motivos de sobra para ilusionarse.

Nada mejor que el primer tiempo ante Rosario Central para observar el mejor perfil de Talleres, que no detiene su dinámica, que sigue saltando vallas y parece no cansarse, que no deja acercarse a sus adversarios y que después del 4 a 1 se ilusiona un poquito más cuando piensa en ganar la Copa de la Liga Profesional de Fútbol.

En ese lapso manejó el cincel con sobriedad, como nunca en el certamen; a medida que transcurrían los minutos sus hombres le fueron dando forma a una actuación sobria y sólida, como siempre basada en el trabajo y en la ambición, y más que siempre, enteramente práctica, con un alto porcentaje de positividad frente a la red. Su adversario lució sobrepasado por el guante travieso de los albiazules, que se apropió de cada una de las pelotas divididas y que, enérgico y resuelto, apuntó de inmediato con su dedo índice hacia la valla adversaria.

Un poco liberado ante la presión tenue de los rosarinos, los hombres de Medina le agregaron a su énfasis la necesaria cuota de prolijidad para armar jugadas, de cuyo total tres veces llegaron a la red de Jorge Broun. Sin llegar a la brillantez ni mucho menos, por un prolongado momento en esa primera etapa, Talleres se mostró como un equipo seriamente interesado en ser considerado como un aspirante cabal, con los méritos suficientes para acceder a la corona.

Un ejemplo de esa ambición fue el primer gol: Enzo Díaz no llegó a cabecear un centro de Carlos Auzqui, pero Tenaglia sí intervino segundos después ante el envío de Martino. En el mismo ataque aparecieron los dos marcadores de punta en el borde del área chica, lo que marca la actitud pretenciosa de sus jugadores, más allá del número de sus camisetas y de su posición en el campo de juego.

Su costado oscuro se reflejó en el gol de Rosario Central y en la dificultad que manifestó para sostener el lógico intento de acercamiento de su adversario en el marcador. Ya sin Enzo Díaz, expulsado, se acercó a la cornisa, mostró algunas debilidades al replegarse, pasó algunos sobresaltos y sólo pudo volver a respirar con tranquilidad al beneficiarse de los errores de Néstor Pitana y de sus colaboradores.

Esta victoria, muy importante por la envergadura del equipo rosarino más allá de su discreta actualidad, le abre para la segunda parte del campeonato un panorama atractivo, siempre y cuando siga respetando los preceptos básicos que lo han llevado a esa privilegiada posición.

Nada mejor para estar arriba de todos que el nivel de sus jugadores se sostenga en puntos altos, sea quien sea titular. Un gran mérito compartido entre el entrenador y sus dirigidos es la movilidad constante que presenta la formación inicial y el consenso, o al menos, la falta de discrepancias en torno a las decisiones del conductor uruguayo. Michael Santos le hizo un gol casi irrepetible en la fecha anterior a Racing de Avellaneda, lo que en otro equipo y con otro entrenador le hubiera garantizado seguir en el primer equipo. Ante Rosario Central el titular fue Mateo Retegui, autor de dos goles y una de las figuras del partido, a quien también podría no vérselo liderando el ataque el 29 de octubre ante Temperley por la Copa Argentina.

La Torre de Babel inicial, una característica en Talleres por su política habitual de compras y ventas, ha dado paso a la armonía. Ahora en barrio Jardín todos hablan el mismo idioma y todos saben cuál es la palabra más valorada, aunque todavía ni por asomo alguien quiera pronunciarla.