Fue triunfo 2 a 1 cortando una racha de 20 años en Avellaneda con goles de Santos y Díaz. El local había igualado con un penal extraño y un arbitraje sin garantías de Loustau.

Talleres ganó un partido a puro carácter con sabor a justicia y a revancha luego de algunas incidencias muy polémicas con el arbitraje, pero fue oportuno. El triunfo a Racing Club fue por 2 a 1 para seguir soñando. Y continúa en la cima de la tabla de la Liga Profesional al menos hasta que juegue Lanús. 

Y eso que el gol de Enzo Díaz llegó en un momento duro del juego con el local más preciso y peligroso con la Pelota. Porque a Talleres le contaba  acomodarse ni recuperarse anímicamente del minuto fatal de expulsión y penal con la firma Patricio Loustau es que el albiazul ganaba cómodamente con un hombre más y no supo entender los momentos del juego y terminó siendo víctima, cuando el rival estaba herido. Y supo reponerse sin tanto brillo pero con firmeza, rompiendo una racha de 20 años son ganar en el Cilindro.

Es que el partido se había presentado con facilidades para Talleres,  con un golazo desde afuera del área al ángulo de Michael Santos, con un agregado a favor tras la expulsión de Copetti por codazo sin sentencia.

Todo pintaba bien para el conjunto de Alexander Medina hasta que a falta de Héctor Fertoli (que no pareció pero fue innecesariamente al suelo), segunda tarjeta amarilla y chau. Y en la acción siguiente, el juez interpretó agarrón de Enzo Díaz ante un inteligente Cvitanich, y Lisandro López cambió por el empate. 

El trámite era cansino y sin emociones hasta que faltando cinco minutos, Díaz empalmó una pelota luego de pararla de pecho y la mandó de zurda al lado del palo.

Casi de otro partido. Sensación de justicia divina. Y desahogo por todo lo sufrido. Un resultado que fue una prueba de personalidad por todos los accidentes y el sueño sigue creciendo en barrio Jardín.