Una de los ídolos del club recordó cómo fue pasar desde Newell's al Matador.

Diego Garay es una de las grandes glorias de Talleres, campeón de la Copa Conmebol 1999 y protagonista de la final contra Belgrano en 1998. Se retiró profesionalmente en el club en 2007, aquejado por una osteocondritis en su rodilla.

El jugador nacido en San Francisco debutó en primera en Newell's, club al que fue desde pequeño y donde se formó de la mano de Jorge Griffa. En 1995, con 20 años, le dijeron que no iba a ser tenido en cuenta por el nuevo entrenador. Allí surgió la chance de volver a su provincial natal.

"Yo no había tenido mucha continuidad en Newell's, no era muy conocido. Yo sabía que Talleres era un club inmenso, pero tenía que bajar de categoría. Sabía que corría el riesgo de que si no lo hacía bien, quedar en el anonimato, me dejaran libre y no tener otra oportunidad", dijo a Radio Estación.

"Gracias a Dios- agregó- fue la mejor decisión que tomé en mi vida. Tuve la posibilidad de tener continuidad, de tener un buen feeling con la gente, de hacer buenos partidos desde un principio", contó.

Tras casi cuatro años en el club, le llegó la chance de jugar afuera. Primer fue Francia, donde no pudo jugar por una cuestión de papeles. También Ecuador y México. Regresó y en 2007 el equipo no hizo una buena campaña. Decidió dejar el fútbol, pero tuvo un paso por Unión de Oncativo.

"Yo siempre digo que Newell's me formó y le voy a estar agradecido, pero a nivel profesional Talleres me dio todo. Me dio la posibilidad de ser reconocido, de tener ventas, de ser muy querido y tener un nombre dentro de la historia del club", cerró.