Hay una búsqueda de la tan ansiada identidad de equipo. Y existen razones que lo acercan y aquellas que lo alejan.

“Si ves a Talleres, sabés con qué te vas a encontrar. Tiene la posesión, defiende lejos de su arco, con transiciones rápidas. Con errores y aciertos. Somos más un equipo más ofensivo que defensivo”.

Aún después de haber perdido con Argentinos Juniors (la quinta derrota consecutiva; la cuarta por Superliga -2-3 con Independiente, 1-2 con Atlético Tucumán, 2-4 con Lanús y el 0-1 en la Paternal; la restante fue la despedida de la Copa Argentina al caer 0-1 con Almagro en octavos), el entrenador de Talleres seguía confiando en que se trataba de una cuestión de efectividad y de errores defensivos.

Sabía que el peso de las derrotas podía determinar algún tipo de plazo para su trabajo, pero él estaba confiado en que si su equipo había llegado a estar segundo de Boca, a un punto, por su identidad de juego, esa misma razón lo devolvería a la senda del triunfo.

Él había logrado lo que pocos creían: ponerle a Talleres un traje de protagonista con un plantel de menos recursos que Juan Pablo Vojvoda, con un promedio de edad de 23 años (el más bajo de la Superliga y de la era Andrés Fassi en Talleres).

Es más, el propio presidente albiazul habló de cuatro refuerzos más que debían acompañar a los cuatro que habían llegado, caso Nahuel Bustos, Jonathan Menéndez, Franco Fragapane y Martín Payero.

Fassi le agradecía al DT por haber aceptado ese reto, pero también le advertía que no habría novedades hasta diciembre. Y encima Dayro Moreno, el jugador estrella de Talleres, volvió 20 días más tarde para la pretemporada. Todo eso hipotecaba el plan del DT y lo ponía a prueba.

Al final produjo el mejor arranque de Talleres desde que volvió a Primera con 16 puntos en siete juegos y una formación versátil que se distribuía en un 1-3-1-4-1-2 o un 1-4-4-1-1 o 1-4-2-3-1 o 1-4-3-3, según el rival y el momento. Herrera; Godoy, Tenaglia, Medina y Díaz; Cubas y Méndez; Fragapane, Bustos y Menéndez.

Así se había parado Talleres, hasta que llegó el momento de afianzarse o de dar el gran salto hacia los puestos de vanguardia. Independiente, Atlético, Lanús y Argentinos le facturaron todo. O casi todo. Hubo que irse hasta 2002 para buscar una racha similar de tantas derrotas. El respaldo defensivo para ese equipo de ataque cayó al piso. ¿Más? la eficiencia ofensiva también bajó.

“El Cacique” tenía que dar la talla nuevamente. Con aquello que disponía. Dayro Moreno fue de armador, Fragapane más adelante, la apuesta a Diego Valoyes y la presencia de Bustos, que siempre tenía un golcito bajo el botín derecho.

Abajo, debió recuperar a Herrera, le propuso a Tenaglia volver al lateral, a Díaz que tuviera más orden y apostó a la zaga Komar-Medina para que Cubas pudiera comandar el acto de la recuperación de la pelota. Perdió varias sociedades, pero apostó a otras.

¿Resultado? Paró de perder con un golazo de Martín Payero, que vino del banco y es parte de una nueva apuesta al juego, para crecer con Dayro y Valoyes.

Abajo disimuló un poco las limitaciones para marcar. Sigue siendo un equipo que ataca mejor de lo que defiende. Herrera; Tenaglia, Komar, Medina y Díaz; Fragapane Cubas, Méndez yValoyes; Pochettino; Bustos, fu el 11 inicial contra Newell’s. Las nuevas sociedades llegaron con los cambios y ganó Talleres. El DT encontró certezas y llegarán nuevas decisiones.