Sobre el final del partido y con los cambios, la “T” logró un empate casi inesperado por lo que había hecho. En el descuento, el Rojo se llevó todo.

Talleres llegó mucho más lejos que lo pensado. En verdad, cuando alcanzó el empate a los 41 minutos del segundo tiempo, no había hecho gran cosa. Independiente lo había superado con claridad, y hasta merecía algún gol más que el 2 a 0 parcial. Pero como el fútbol es un estado de ánimo, el juvenil Lautaro Guzmán lanzó dos centros, Nahuel Tenaglia y Leonardo Godoy ganaron en el área roja, y el 2-0 se transformó en un 2-2 que amenazaba con hacer arder de furia el estadio Libertadores de América en Avellaneda.

Pero no se detuvieron ahí las emociones de una noche con un final de locos. En tiempo de descuento y cuando las tribunas eran un hervidero de gritos e insultos contra el entrenador Sebastián Beccacece y los jugadores de Independiente, Sebastián Palacios lanzó un centro desde la derecha, Figal se levantó solo en el área de la “T” y de cabeza anotó el 3-2 que le trajo alivio al conjunto local y puso las cosas un poco más del lado de la justicia.

Talleres le dio al partido menos de lo necesario. Y la levantada final se explica más por su reacción emocional y por las dudas que aparecieron en Independiente, que por una calidad de juego que casi nunca apareció.

El equipo cordobés sufrió mal de ausencias. Extrañó las presencias de Andrés Cubas, Juan Cruz Komar y Enzo Díaz. Faltaron intensidad, presión y solidez defensiva. Y hasta Guido Herrera, que casi nunca se equivoca, cometió un error garrafal en el segundo gol del Rojo: chocó con Tenaglia fuera del área y le dejó la pelota servida al paraguayo Cecilio Domínguez para habilitar a Juan Sánchez Miño para que anote un gol sorprendente.

También faltó fútbol. Pochettino no pudo conectarse con Bustos ni Menéndez. Los delanteros tuvieron que arreglárselas por su cuenta. Les tiraron demasiados pelotazos y aún así se las arreglaron para tener una chance cada uno. Nahuel la desperdició en el primer tiempo. A “Jony” se la sacó Figal sobre la línea en el complemento. Fueron situaciones aisladas.

En todo caso, la solución estuvo en el banco. Pero llegó demasiado tarde. Las movidas de Alexander Medina con los ingresos de Dayro Moreno, Martín Payero y Lautaro Guzmán rindieron mejor efecto que las que hizo Beccacece. Pusieron a la “T” al borde del milagro. Pero a la larga los visitantes no pudieron evitar una derrota que pudo haber sido empate, y hasta triunfo, si el Albiazul hubiera jugado como otros veces.