Le ganó 2-1 al Gimnasia de Maradona en un partido peleado y es escolta de Boca, el líder de la Superliga. En la previa, hubo un gran homenaje para Diego, quien fue ovacionado.

Rueda la pelota y lo hace con la verdad. Como anoche, siempre será así. Bastó que Jonathan Menéndez pusiera su sexta velocidad para que el partido viajara hacia la dimensión real, la que más le convenía a Talleres.

Con sus delanteros mano a mano, ubicables para un Tomás Pochettino encendido y cerquita de Adrián Cubas, un recuperador con mayúscula. Con el área rival entre ceja y ceja, y lejos de la propia. De la misma manera que probó Dayro Moreno, quien entró y también encontró a “Jony” y a Nahuel Bustos. Hasta se dio el lujo de ser él mismo el encargado de poner el 2-1 sobre el Gimnasia de Maradona de penal, y de errar otro, sobre el final.

Ese resultado lo sitúa cerca de sus objetivos futbolísticos, como único escolta del líder Boca en la Superliga, a un punto, y bien lejos de esa dimensión maradoniana en la que el Lobo cree que realmente habrá un parentesco cercano entre el Diego jugador y el técnico. Talleres nunca la compró, pero es cierto que su juventud (juega con un promedio de edad de entre 23 y 24 años) lo hizo pecar cuando el equipo platense empató transitoriamente a través de Manuel Guanini, quien anotó de cabeza para poner el 1-1. Un marcador que el propio Guido Herrera había evitado de manera magistral contra Tijanovich.

De la misma manera que le agarró el nerviosismo cuando Cubas debió poner la pierna, con el 2-1 logrado, cuando había que mandar el partido al freezer. Y al final se quedó sin su mejor jugador, justo cuando irá a disputar la punta ante Independiente, el domingo, a las 20.

Ganó Talleres y dejó la historia en el prólogo del partido. Diego Maradona sigue siendo el mejor de todos, pero en la memoria futbolera, que anoche le regaló el tributo de un Kempes con 42 mil personas, entre quienes lo vieron y quienes no, entre sus compañeros de selección, como Daniel Valencia, Luis Galván, Victorio Ocaño, Miguel Oviedo, Humberto Bravo, Oscar Dertycia, y amigos como “Falucho” Laciar y de un “Olé, olé, Diegoooo” conmovedor. También una bandera gigante, una camiseta y fuegos artificiales para cumplir con el protocolo. Pero hasta ahí.

Cuando la pelota rodó, fue con la verdad. La historia de Maradona la dejó cuando empezó el juego y la retomó luego con los jugadores intentando sacarse fotos con el “10”. En el tiempo reglamentario, escribió la realidad. Con su poder de gol, con el desequilibrante Menéndez y con la vuelta de Dayro a su mejor versión.

El primer equipo es protagonista, como quería su presidente Andrés Fassi, en la Superliga y en Copa Argentina. Así, disfruta el Mundo Talleres.