Revirtió el 0-1 desde una gran atajada de Herrera hasta los golazos de Bustos y Menéndez. Aldosivi, del todo a la nada.

Es indudable que Talleres ganó el partido por los momentos que hoy viven Nahuel Bustos y Jonathan Menéndez. Anotan y se asisten, están localizables para Tomás Pochettino o el que se anime a jugar con ellos, hacen que no se extrañe a Dayro Moreno y están prestos a dar una mano si hay que tirarse al suelo cuando hay que presionar al rival.

Sin embargo, para que se consumara el 2-1, que dejara en el olvido aquel 1-0 inicial y madrugador de Aldosivi, todo Talleres necesitó de Guido Herrera. ¿Cómo? Sí, cuando el primer equipo sufrió el gol de Nazareno Solís, no quedaban ni rastros de aquel valiente equipo que había vencido (y muy bien) a River, en su estadio, ni de la táctica de Alexander Medina.

El error producido por el error de Andrés Cubas y Juan Cruz Komar, a los 38 segundos de juego, convirtió a Talleres en un fantasma. Como si no estuviera en la cancha, a merced de otro cachetazo de Aldosivi. Y llegó a ese punto porque Federico Andrada pudo ejecutarlo.

Pero apareció Guido Herrera, el único jugador albiazul que no sentía la derrota inicial. Ahí, con esa atajada sensacional, el arquero mantuvo en partido a Talleres y lo despertó. Ahí, cuando no hay plan, surgen estos tipos, capaces de producir lo increíble en el peor momento. En ese jugada, nació el triunfo de Talleres. No iba a ser aquel impecable del juego con River porque el traje que tenía ya no estaba impecable.

Talleres tuvo que leerlo al rival y redescubrir sus fallas. Aldosivi lo seguía atacando porque presionaba en la salida y solamente dejaba libre a Facundo Medina para que dividiera la pelota. Con Andrada por la derecha y Solís por la izquierda, prometía una nueva conquista.

Pero a su vez, Bustos y Menéndez estaban mano a mano y con muchos espacios para desequilibrar. Solamente había que habilitarlos y el primero en darse cuenta fue Tomás Pochettino. El volante peinó para que “Jony” arrancara por el medio y se fuera contra el área. Su pase fue milimétrico, dejó solo a Bustos y con tiempo para cualquier definición.

El delantero la picó y desparramó a Pocrnjic para poner la igualdad.

Talleres se había levantado. De aquel equipo que había salvado Herrera, aparecía una formación con el orden y la personalidad que se necesitaba para ir a buscar el juego. Cubas lideró el acto de la recuperación y ya el partido fue más equilibrado.

Talleres lo estaba, porque Aldosivi no se alteró: siguió tomando riesgos y lo pagó carísimo. Llamó la atención que Álvarez no modificara su propuesta ya que con esos espacios que dejaba en el fondo permitió el renacimiento de Talleres.

Otra vez, “Poche” se iluminó y habilitó a Enzo Díaz, quien hizo justo la pausa. Su envío le cayó a “Jony”, quien marcó el 2-1. Desde ahí hasta el final, Talleres tuvo cuatro oportunidades para golear (el ideal del DT Alexander Medina), pero todos fallaron. El único que respondió volvió a ser Herrera quien ahogó el grito de Gonzalo Verón. Así ganó Talleres: en cada área. De arco a arco.