En la Boutique, sin escenas y con su humildad de siempre, Pablo Guiñazú anunció ayer su retiro del fútbol y se despidió de la familia albiazul.

En la vida hay despedidas y despedidas. Algunas llegan con dolor y otras no. Depende de cómo se fue transitando el camino previo y si el desenlace terminó en un “hasta luego” o en un “adiós”.

La de Pablo Guiñazú de ayer en la Boutique, sorpresiva pero no inesperada e improvisada sobre la marcha, tuvo muchos matices emotivos que la harán inolvidable para los que estuvieron presentes. Y no fue dolorosa.

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Pero tampoco fue alegre, porque las 2.500 personas, entre hinchas, dirigentes, futbolistas del plantel profesional albiazul, cuerpo técnico, colaboradores, empleados del club y chicos de las escuelas de fútbol, asistieron con algo de incredulidad al anuncio que “el Cholo” hizo de frente a la platea cubierta.

“El Cholo”, el líder del equipo en los últimos tres años, el capitán de siempre, el autor del golazo en Floresta que le dio a la “T” el ascenso a Primera, esa parte del paisaje que se había convertido en href="https://mundod.lavoz.com.ar/talleres" target="_blank">Talleres les estaba diciendo que se retiraba del fútbol y que su decisión no tenía vuelta atrás.

Que no se quedaría a jugar los cinco partidos que restan de lahref="https://mundod.lavoz.com.ar/temas/superliga"> Superliga y que la hora de colgar los botines le había llegado. “Siempre dije que alguna vez tenía que llegar el momento, que lo mío era el día a día. Y bueno... esta vez sentí que era ahora y me dije: ‘Bueno peladito, llegó el momento. Fue después de perder en Chile y quedar afuera de la Libertadores, pero hubiera sido así también si ganábamos 10 a 1’”, dijo empuñando el micrófono en el escenario improvisado y con determinación.

Así, “el Viejo”, el del motor 4.0, terminaba con el último retazo de ilusión de la gente, que esperaba le dijera que había “Cholo” por unos partidos más. Y no fue así. No hubo forma. Entonces, resignada, todos comenzaron a cantar “olé, olé , olé, Cho-lo, Cho-lo”, a modo de una despedida no consentida, pero irremediablemente cierta.

Al mismo presidente del club, Andrés Fassi, le costó precederlo en el discurso ante la gente e ir preparando el terreno para lo que se vendría unos minutos después. Por que si bien presentía tras la caída en Chile contra Palestino que la decisión de Guiñazú podía llegar, en cierto modo lo tomó de sorpresa que fuera el jueves y se lo comunicara minutos antes del inicio de la práctica en la Boutique.

“Volvimos de Chile y practicamos ayer (jueves). En el entrenamiento recibo una llamada y me pide ‘el Cholo’ juntarnos un rato. ‘Quiero hablar con ustedes y con Juan Pablo Vojvoda antes de que empiece el entrenamiento’, dijo. Nos reunimos y nos hizo un pedido: ‘Les pido que mañana quiero hacer un anuncio’. Y bueno, nos dijo su decisión y su deseo de que pudiéramos concretar esto que estamos viviendo”, señaló Fassi.

A corazón abierto

Después Fassi dijo mucho más. Evocó lo que le costó traerlo desde Brasil, resaltó sus valores, conducta y principios, se deshizo en elogios por lo que significaba como ejemplo para los más jóvenes.

Y no pudo evitar tocarle al “Cholo” en lo más hondo de su corazón, cuando Fassi dijo emocionado: “Hubo una mano especial de alguien que ya no está, pero que era muy hincha de Talleres y tenía la ilusión de que su hijo jugara en el club. Desde el cielo le hacemos un fuerte aplauso a tu viejo. No me caben dudas de que ese gol en la cancha de All Boys fue tu viejo el que te ayudó a patear la pelota. No me caben dudas”.

La referencia al “Hurón” fue un quiebre para él y para Guiñazú, porque en la platea estaba su mamá, “la Glady”, y sus hermanos que se vinieron desde su “Cabrera” para acompañarlo. Y por supuesto, también estaban sus hijos Lucas y Matías, seguramente esforzándose para aceptar lo mismo: que el papá largaba el fútbol y que de ahora en adelante lo tendrían mucho más tiempo al lado suyo y junto a Érika, su esposa, quien estaba siguiendo desde el hogar familiar y por alguna red social lo que estaba sucediendo.

Pero lo que le costaba asumir al resto, “el Viejo” lo tomaba con absoluta naturalidad. Inclusive los hacía bromeando y restándole importancia. No podía ser de otra forma, porque durante toda su carrera profesional de más de 20 años siempre le puso una sonrisa y buena onda a los momentos más difíciles. Que fueron muchos y algunos muy complicados como para que hubiera largado antes.

En otras palabras: se despidió del fútbol del mismo modo cómo lo disfrutó: con humildad, sin sufrir, sin dramatismo ni escenas. Al estilo “Guiñazú”, ese que aún hoy lo lleva a ser admirado y querido en todos los países en los que jugó.

Habrá un partido de despedida organizado por el club, pero será sólo un formalismo. “El Cholo” es y será parte de Talleres para siempre, en el puesto que sea, porque desde hace rato está instalado en el corazón de su gente. Y no es la “T” la que lo pierde: es el fútbol el que dejará de disfrutar a un jugador único e irrepetible.

El texto original de este artículo fue publicado el 2/03/2019 en nuestra edición impresa.