El lateral-volante zurdo tiene 21 años y debutó oficialmente ante Independiente. Llegó desde Arroyito a los 13, vivió en la pensión y hoy es titular en la T.  

Fernando era Fernandito en la casa de los Bersano, allá en Arroyito, hace no tanto tiempo. Fernandito, hoy conocido por los hinchas de Talleres por llevar la remera 26 del equipo, en aquel entonces hacía las cosas que hacen los chicos: jugar. Aunque “jugar” para él significaba “jugar a la pelota”.

La idea de fútbol como deporte global era algo abstracta para el inquieto chiquitín, que sólo pensaba en agarrar la redonda y cruzar al “campito” del frente de casa.

Ese “campito” era “el Maracaná” de los vecinos. En una postal que casi hoy no se ve en ninguna ciudad, Fernando (perdón, Fernandito) y los chicos de la cuadra pasaban horas y horas pateando en un descampado.

“A veces me retaban mis viejos porque no volvía a casa, ja. También a veces me escapaba a la siesta para ir a jugar también. Estaba todo el día con la pelota”, se entrega Fernando cuando habla del Fernandito.

Se puede decir entonces que Talleres tiene un lateral-volante zurdo que se formó en un potrero. Y eso es un elogio. Un elogiazo. Hoy Fernandito ya es Fernando, es el joven de 21 años que debutó oficialmente en la primera de Talleres el domingo, en el 1-1 ante Independiente en Avellaneda.

Fernando saltó al primer equipo en el amistoso de pretemporada ante San Martín de Tucumán, en Salta. Luego jugó el clásico con Belgrano. Y no sorprendió cuando arrancó contra Independiente. Jugar con tres defensores obligó al DT Juan Pablo Vojvoda a poner dos laterales volantes con pimienta. Uno es Leo Godoy y el otro es Bersano. Esa pimienta tiene origen allá en Arroyito...

Asombrados de tanto verlo jugar al fútbol, mamá Paola y papá Gabriel decidieron poner al nene en un club. Es que, si no jugaba en el campito, lo hacía en el patio del colegio Vélez Sársfield. Había que darle un lugar para que explotara.

La institución elegida fue el club 24 de Setiembre. Tenía 9 años. Ahí empezó Fernando a tomar a vuelo. Zurdo, rápido, encarador, se tiró para el sector izquierdo del medio campo. A los 13 años se fue a una prueba en Talleres.

En las evaluaciones en Talleres, a Fernando algo le cambió el chip. “Vi a un jugador que se movía como extremo por la derecha en el ataque, siendo zurdo, a lo Messi. Y me gustó. Intenté jugar a eso”, recuerda. De regreso a Arroyito, y meses antes de instalarse en la pensión de Talleres, pidió jugar de extremo. Y lo hizo en 24 de Setiembre.

“Le pegaba bastante al arco y ahí aprendí a jugar mucho en ataque. Creo que es mi virtud el ataque. Aunque tampoco era de hacer muchos goles, ja”, se describe con humildad.

En Talleres arrancó así, de extremo, de volante ofensivo. Hasta que “el profe Santiago Gigena me recomendó jugar de 3, probamos y anduve bien”. En ese puesto, Bersano creció y creció. Subió divisiones y llegó a la reserva que ganó los últimos dos títulos de la Superliga.

Claro que esa es la parte feliz de ese proceso. Antes, extrañó a lo loco en la pensión. “Había noches en las que pensaba en volverme porque extrañaba el calor de casa, de la familia, de mi mamá. Y quería ver a mis hermanos. No sé, a veces uno es chico y querés un mimo de tu vieja”, dice abriendo el corazón.

Se la bancó y llegó el día en el que se vio en el vestuario a la par de los referentes, Pablo Guiñazú, Mauricio Caranta y Javier Gandolfi. “Ellos te hablan muy bien y con una humildad que me llamó la atención. Me tranquilizaron porque yo estaba ansioso y nervioso antes del debut, sobre todo cuando jugué con San Martín”.

“El clásico con Belgrano me dio confianza. Y con Independiente me sentí más cómodo todavía”, se autoevalúa. Fernando dice que todavía le cuesta disfrutar como el Fernandito que pateaba la pelota en el campito, pero que es una “felicidad grande” haber llegado.

Lo más sacrificado de ser jugador es que te perdés tu adolescencia, de compartir con tus amigos. Tampoco estás en los cumpleaños de tus familiares. Se siente eso”, asegura, como para dejar claro que no todo es color de rosa antes de ser profesional.

Pero Fernando hoy sí se da los gustos de Fernandito y puede estar más seguido con los que quiere: los papás Paola y Gabriel y los hermanos Agostina (23), Lucas (19), Matías (10) y Natalia (6). Lo fueron a ver frente a Belgrano y todos estarán el viernes frente a Banfield.

Verán al nene que la rompía en el campito ahora tirando magia en el verde césped del Kempes.