Pasan los partidos y las preguntas siguen sin respuestas en la “T”. Al equipo de Vojvoda le falta identidad y por eso no pasó del empate contra Vélez Sársfield.

Los partidos van pasando y el diagnóstico sigue siendo el mismo: Talleres aún sigue lejos de una identidad de juego. No es porque no la busque ni le mezquine al esfuerzo sino porque para ser protagonista hay movimientos que aún no ha mecanizado en ataque, en defensa, en el de la recuperación y en el de la gestación.

Encima, tampoco dispone de ese jugador determinante que puede cambiar un partido y tampoco hay nadie que haya producido algo extraordinario más allá del caso de su arquero Guido Herrera, quien lleva dos penales atajados, más allá de que se haya adelantado en el que le tapó ayer a Vargas.

Y lo que es peor: le cuesta administrar las ventajas porque sigue siendo un conjunto demasiado joven con un promedio de edad de 23 o 24 años. Por caso, jamás usó el 1-0 para hacer circular la pelota, poner nervioso al rival y pensar en “matar” de contragolpe aprovechando que Nahuel Bustos estaba encendido. El valor del gol no sólo debía serenar a Talleres sino que le ofrecía la chance de lograr un efecto táctico, que nunca logró sino hasta el ingreso de Tomás Pochettino.

La velocidad de Leonardo Godoy y el centro para el anticipo de Bustos (¿qué le pasó al arquero Domínguez?), reveló una tibieza bárbara del fondo velezano. Algo que pocas veces volvió a probar porque las siguientes subidas del lateral, transformado en casi delantero, no fueron a destino. Y ahí quedó Talleres.

Antes y después del 1-0, Vélez siguió mostrándose como el de la propuesta más vistosa que sólo había fallado en el pase a la red. Primero fue el penal que tapó Guido Herrera a Vargas; luego, el tiro al palo de Lucas Robertone; le siguieron las arremetidas de Rodrigo Salinas (a quien Quintana le cometió penal, según el juez Patricio Loustau); hasta que llegó el golazo de 1-1 de Brian Cufré, cuando quedaba casi media hora para el final.

Vélez bajó el ritmo y le concedió el control de algunos espacios, que Talleres no pudo aprovechar. Por caso, dos contragolpes que tanto Ramírez como Pochettino (el de las ideas más frescas por haber ingreso en el complemento) no supieron administrar de la mejor manera ya que tenía alternativas para que se llegue al 2-1.

Cayó el telón, las discusiones sobre si el resultado estuvo bien quedaron de lado para que surjan los interrogantes de siempre. Talleres quiere ser un conjunto de ataque, ¿en qué tiempos lo logrará? Vamos a la recuperación, ¿Cubas y Guiñazú se potencian o sobra uno? Y más: Talleres gravita por las bandas solamente cuando sube Godoy. ¿Y Ramírez? ¿Y Pochettino? ¿Gonzalo Maroni volverá como el salvador? En el fondo, ¿Araujo y Quintana pueden salir jugando o hacer largas sesiones buscando a Arias? Y así.

Talleres no tiene esas respuestas. Por eso, no despega.