Lo que se juega Talleres ante Boca este domingo a las 17.45.

Ocurrió el 12 de octubre de 1944. Para la fría lectura de las estadísticas fue, “apenas”, un simple amistoso. Pero el ineludible contexto que rodeó a aquel Talleres-Boca tuvo matices que lo convirtieron en histórico más allá de que no hubiera puntos en juego.

Dicen que ese Boca fue uno de los mejores de la historia. Tenía un equipo que hasta los hinchas de otros clubes recitaban de memoria, con el audaz “dibujo táctico” de la época (dos defensores, tres volantes y cinco delanteros): Vacca; Marante y Valussi; Sosa, Lazzati y Pescia; Boyé, Corcuera, Sarlanga, Varela y Sánchez.

Ocho de ellos integraban la selección nacional, mientras que el uruguayo Severino Varela brillaba en la de los charrúas.

En la Boutique, el promocionado conjunto xeneize se presentó con su áurea de invencibilidad y la solitaria ausencia de Varela, reemplazado por Alberto Lijé. Pero el ingenio popular le sumó la farsa de otra imprevista baja: la de Marante, de quien se decía sería sustituido por un desconocido de apellido Gando. El chiste era que, a la hora de armar los 11 titulares, el incauto caía en la trampa: “Entonces hoy Boca forma con Vacca... Gando”...

Anécdota al margen, Talleres emprendió ese partido desconociendo por completo los pergaminos del rival. Claro que no sólo se trató de una cuestión actitudinal, sino que, además, tenía con qué. Sin el marketing de sus colegas porteños, su delantera gozaba de una tremenda efectividad que esa tarde le dio una “muestra gratis” al Xeneize con un resultado de catástrofe: 7 a 3.

La aplanadora albiazul escribió ese día el primer “sí, se puede” de su historia.

Dirigido y entrenado por Rodolfo Butori, Talleres redondeó un partido brillante, en el que su rival sólo fue oponente durante media hora, en la que consiguió sostener un empate 2-2. Después, los albiazules lo aplastaron y hasta conquistaron un octavo gol que, de acuerdo a la crónica de la época, fue mal anulado a Gustavo Albella por un presunto fuera de juego.

“Basta. Fue gol, pero no pueden hacerle ocho a Boca”, le dijo el árbitro Guillermo Díaz al goleador en respuesta a su reclamo. Albella, nacido en Alta Gracia e ídolo de juventud de Ernesto “Che” Guevara, fue la gran figura del encuentro. Convirtió dos goles e inmediatamente fue contratado por los de la Ribera, que ese año obtuvieron el bicampeonato.

El gran desafío

Hoy, este Talleres atrevido, que hace sólo tres años peregrinaba por las canchitas del Federal A, tiene ante sí el partido más importante desde 2004, cuando inició una pendiente inimaginada luego de perder la reválida con Argentinos Juniors.

Ganar hoy en la Bombonera, como lo hizo el 19 de marzo del año pasado (2-1, goles de Victorio Ramis, Emanuel Reynoso y Junior Benítez), puede ser la bisagra de un torneo que, hace pocas fechas, parecía absolutamente definido y que hoy el equipo de Frank Kudelka se anima a discutir.

El venturoso presente deportivo e institucional de Talleres tiene la chance de reflotar aquel “sí, se pudo” de 1944 y darle un “suplementario” a esta Superliga que, caso contrario, puede quedar sentenciada con un triunfo de los de Barros Schelotto.

Los 90 minutos tienen la última palabra.