En la evolución de su juego radica su esperanza. La realidad lo obliga a lograrlo para ser algo más que el escolta. Radiografía colectiva e individual del Talleres de Kudelka.

Más allá de realidades y utopías, su estilo de juego es lo que ha convertido a Talleres en el escolta del líder Boca Juniors, una posición que no se alcanzaba desde hacía 14 años, con aquel equipo de Juan José López –terminó descendiendo a la B por campañas anteriores– que futbolísticamente obligaba a asociarlo con el cuadro conducido por José Omar Reinaldi (luego Roberto Saporiti) y preparado físicamente por Andrés Fassi (hoy su presidente) de la temporada 1988/1989.

Esa es la plataforma para analizar si el desarrollo de sus capacidades le permitirá lograr el objetivo. Más allá de los últimos juegos, en los que asomaron algunos desequilibrios propios del último cambio estratégico –determinado por el reacomodamiento de las altas y bajas producidas tras el último receso– y otros más antiguos, el equipo albiazul sigue en una posición expectante desde hace varias fechas y que ha hecho tomar posición no solamente a los habitantes del Mundo Talleres, sino también al resto del país futbolero.

Sobre su objetivo inicial de volver a ser internacional después de 17 años (en 2002 y con el DT Mario Ballarino jugó la Copa Libertadores y, si lo lograra, jugaría la edición 2019) y sobre la chance de pensar en algo más, como discutirle a Boca sus amplias posibilidades de retener el título.

Lo cierto es que, a nueve fechas del final de la Superliga, Talleres marcha segundo y sabe que tiene que sumar todo lo que pueda para asegurar su pasaporte a un torneo continental (ya sea el más antiguo si se mantiene entre los cinco primeros o a la Copa Sudamericana si queda comprendido entre el sexto y el 11°).

En el vestuario, las expresiones de los futbolistas jamás fueron más allá de volver a “ser internacional”, después de mucho tiempo.

Sin embargo, la palabra “ilusión” por discutirle el campeonato a Boca comenzó a ser pronunciada por los jugadores en esta última semana, antes y después del empate con Tigre. Talleres redujo a ocho puntos la diferencia con el Xeneize luego de que este perdió con Argentinos Juniors, un rival al que la "T" venció claramente.

Lucas Olaza se preguntó: “… ¿por qué no ilusionarse?”. Más allá fue Aldo Araujo, quien, horas antes de que los dirigidos por Guillermo Barros Schelotto perdieran, sostuvo: “Boca va a caer y Talleres debe estar ahí”. Es más, tras el partido con Tigre, Kudelka dejó claro que el rendimiento de su equipo no fue el esperado, pero cuando le preguntaron por si se veía con posibilidades de pelear el torneo, el DT dijo: “Nosotros no somos como algunos que juegan de noche”.

“Nosotros siempre nos propusimos clasificarnos a una copa internacional. Seguimos con ese objetivo. Pero, obviamente, si la gente se ilusiona, cómo no nos vamos a ilusionar nosotros”, dijo Olaza.

Ahora bien: la cuestión es cómo puede hacer Talleres para sostener su ilusión de alcanzar a un equipo que le lleva ocho puntos de ventaja y al que enfrentará, el domingo 1º de abril en la Bombonera. En varios de los actuales jugadores vive la esperanza de que pueda darse un juego parecido al del de marzo de 2017, cuando venció por 2-1, una de las tres derrotas que sufrió Boca en ese torneo.

La noche de los goles de Victorio Ramis y de Emanuel Reynoso, a quien meses después Boca terminó comprando.

Sin embargo, para poder descontar un punto y fracción por fecha, no solamente alcanzará con el optimismo y la especulación de que Boca pueda perder más puntos (además de Talleres, están Independiente –quiere pelear por el título– y otros rivales que también se jugarán el ingreso a copas –Unión, Defensa, Atlético Tucumán, Huracán y Gimnasia LP–, o la permanencia –Tigre y Newells–) o que la final de Copa Argentina con River, el 19 de este mes, y su intervención en la Libertadores (va el 4 de abril ante Juniors y ganar la Copa es prioridad) hagan que atienda la competencia local con un mix.

La fórmula

La llave de Talleres sigue siendo su fútbol. No hay otra. Así llegó a este escenario. Su realidad tiene aspectos para pensar en que puede subir el techo, algunos inconvenientes que son nuevos y frutos de un cambio de nombres y algunas viejas dolencias que aparecieron en su peor momento

Está claro que sabe a qué juega. De eso no hay dudas, pero, del análisis de sus actos ofensivos y defensivos, han surgido nuevas conclusiones. Talleres es ahora un equipo que no tiene pausa.

Al haberse ido Reynoso y al no encontrar alguien que regule como él, se prioriza el ataque en velocidad antes que la posesión. Y el equipo necesita ese momento para pensar cuándo acelerar la jugada y cuándo no. Así el tridente clave del medio queda rengo.

A Juan Ramírez le ha costado ser “Bebelo”, pero más aún ser sorpresivo. Su llegada ha provocado dos penales, pero es poco para su expectativa y para la del equipo.

En ofensiva, ha estado la mejor noticia, ya que la incorporación de Santiago Silva le ofrece nuevas posibilidades de ataque, como son las de tener una referencia de área, su participación en la construcción del juego cuando pivotea o tira una pared o simplemente llevándose marcas. Y lo más importante: el gol. Esa variante obliga al rival a pensar dos veces si lo va a esperar a Talleres en su campo, ya que “el Pelado” viene a ser una herramienta para resolver juegos cerrados.

En la contención, Talleres sigue recuperando rápido y logra la posesión tarde o temprano. Sin embargo, al tener un primer pase clásico como el de Pablo Guiñazú, los rivales han presionado sobre él, para evitar una salida limpia y dificultar el juego albiazul o bien para forzar una error. "Lo hicimos. Nos dio resultado al principio. Pero después hubo que correr más", dijo Cristian Ledesma, DT de Tigre, y algo parecido Néstor Gorosito, su colega de San Martín de San Juan. Ese estado de confusión es el que trata de aprovechar el rival para desnivelar con sus propias armas, en especial para irse mano a mano contra los centrales.

En lo defensivo, tiene al mejor arquero de la categoría con 13 vallas invictas en lo que va de la Superliga y una defensa que ya no presenta los desequilibrios propios de un equipo de ataque, sino que los ha compensado. Ni hablar del movimiento de los laterales, tan útiles para atacar o para recuperar. Leonardo Godoy, de los picos de 34 kilómetros por hora, y Lucas Olaza, que también tiene una quinta marcha para ir y volver con la misma intensidad.

Carencias. La efectividad sigue siendo baja. A razón de un gol cada tres o cuatro llegadas, más allá del juego que haya desplegado. Lo de Silva es un atenuante, ya que Talleres sigue errando situaciones muy claras. Hasta tiros desde los 12 pasos, como el de Lucas Olaza el último sábado. Es cierto que mejoró en las asistencias, pero necesita optimizar el pase a la red. La dificultad para reemplazar a Pablo Guiñazú, a los laterales Javier Gandolfi y Joao Rojas y al mencionado "Bebelo" son limitaciones que tiene y que deberá disimular, además de las lesiones y suspensiones que puedan surgir en esta etapa de definición. Son condicionamientos que no tiene Boca, está claro.

La diferencia numérica entre Boca y Talleres es más grande que la futbolística. El equipo cordobés no tiene tanta jerarquía ni variedad de puestos. Es más, Pavón supera en cotización a todo el plantel de Talleres (35 millones de euros) y tiene un desequilibrio inigualable, como otras piezas del medio, como por ejemplo Cardona.

Sin embargo, han sido más los partidos que ha ganado por sus individualidades que por su juego. El otro punto a favor es el de su DT: Frank Kudelka. Ha mantenido el perfil de equipo de ataque, aunque no disponga de la herramienta requerida, ya sea por no tenerla o por bajo nivel.

Ahí es donde Talleres se hace más fuerte. Esa es su esperanza. Debe trabajar para que sea su realidad.

El Kudelka de Primera División

Kudelka lleva 48 partidos en la máxima categória como DT del conjunto de barrio Jardín.

La "T" sumó 77 puntos de 144: ganó 21, empató 14 y perdió 13.

En el primer torneo fue 15° y mantuvo la categoría sin problema alguno. En el actual está segundo, a ocho puntos de Boca y en zona de clasificación a la Copa Libertadores.