En el verano de 1996, con apenas 17 años, dejó su casa en la pequeña localidad de General Cabrera, en Córdoba. Pablo Guiñazú soñaba en grande. Sus condiciones lo avalaban: a los 14 ya había debutado en la primera de Acción Juvenil, en la Liga de Río Cuarto. Y uno de los semilleros más notables del fútbol argentino, Newell's, había echado un ojo en ese zurdo que se movía como enganche. Un reclutador llegó a su casa, preguntó por sus padres y les dijeron que lo habían estado observando: "¿Se anima a una prueba?", fue la consulta. Sus ojos se iluminaron. Rosario fue el destino de un futbolista que inmediatamente apareció en la primera de la Lepra e inició un extenso vuelo que lo trasladó a Italia, Rusia, Paraguay y Brasil para aterrizar finalmente en el Barrio Jardín, ahí donde los hinchas de Talleres lo aman e incluso, a los 39 años, lo piden para la selección nacional, esa camiseta que lo vio vestirse de celeste y blanco en 16 partidos internacionales.

La estadística marca que Guiñazú (26 de agosto de 1978) arrancó en 2018 su vigésimo tercer año en el fútbol profesional. Su vida, entonces, cambió radicalmente entre enero de 1996 y mediados de ese año. "Soy muy familiero. Cuando me fui de mi casa extrañaba horrores pero me moría de ganas de ser jugador profesional. Emprendí viaje y dejé el secundario, este último quizá fue el error más grande que cometí en mi vida. Se dio todo muy rápido y pasé de quinta división a debutar en la primera de Newell's en apenas seis meses de la mano de Mario Zanabria. Fue una alegría inmensa", cuenta el Cholo en una entrevista con LA NACION.

Los tenistas de más de 30 años dominan el circuito de tenis. Los campeones mundiales y olímpicos de natación son cada vez mayores. La última final de Champions League tuvo la mayor media de edad de la historia. Y Manu Ginóbili brilla en la NBA a los 40. ¿Cuál es el secreto? "Los deportistas tenemos amor propio y cada uno sabe hasta dónde puede llegar. Para estar en este nivel durante tantos años el cuidado personal durante toda la carrera es fundamental. El contacto que tiene Manu en el básquetbol es durísimo, la coordinación y la exigencia de piernas de Federer lo mismo. Si no sos estricto en el día a día con las comidas, los entrenamientos y el descanso no vas a llegar, eso no es un verso".

En 2017, Fabián Cubero, otro de los futbolistas con más experiencia en la Argentina, habló de la nueva generación: "A los pibes les interesa más ver una serie de Netflix que la Champions". Guiñazú aporta su mirada. "Se podría ver y consumir mucho más fútbol. Pero es una camada diferente y como el fútbol cambia, también lo hacen los tiempos. Nuestra tarea es explicarles qué es y para qué es el fútbol profesional. Y también lo es luchar contra la Play Station para que los pibes vean jugar a los mejores y aprendan".

Guiñazú, uno de los futbolistas de mayor edad en el torneo local, hoy es el emblema y capitán de Talleres, un elenco que es una realidad más que una promesa en un torneo que lo ubica en la tercera colocación, sólo por detrás de Boca y San Lorenzo. Hoy comparte plantel con futbolistas que todavía no habían nacido cuando el Cholo debutó en primera: Juan Cruz Komar, Marcelo Torres, Samuel Sosa y Cristian Ojeda, por ejemplo. "Hablamos mucho de eso, me cargan. Es hermoso ver cómo crecen. Komar tiene la cabeza de un hombre de 30 años y, a veces, me suplanta para hacer las arengas. Son chicos tocados por una varita. Charlo con ellos y si puedo les doy un consejo".

Su esposa Erica y sus hijos Matías, de 17 años, y Lucas, de 11, residen en Brasil. Los 10 años de la familia viviendo en ese país -en Inter de Porto Alegre escribió sus días más gloriosos, algo parecido a lo que le ocurrió a Andrés D'Alessandro- generó un vínculo enorme con esa tierra. "Hablo mucho con los chicos acerca del estudio, es lo primero que les remarco y les pido que no lo dejen. En mi pequeño mundo trato de enseñarles los valores básicos, respeto y responsabilidad", asegura acerca de quienes lleva tatuados en los brazos, con sus nombres. Guiñazú, confiesa, tuvo como un sueño recibirse de contador público una vez que inició el secundario.

Cada vez que tiene un tiempo libre, Cholo viaja a Brasil para disfrutar de su familia. Esa es, en definitiva, su segunda casa. Al volante no lo perturba la posibilidad del retiro: 22 años después de su debut tiene las mismas ganas que en aquella adolescencia en los potreros cordobeses. "Cuando llegué a Córdoba rápidamente tuve una doble fractura de mandíbula. Pensé en dejar, tenía 37 años. Pero mi esposa, que me conoce hace 19, me dijo: 'Nunca fuiste cagón, ¿lo vas a ser ahora?'. Me tocó el orgullo y hoy vivo día a día. Cumplí todos mis sueños y el fútbol me dio más de lo que imaginaba. Lo amo y espero que el final no sea pronto".

El resurgimiento de Talleres

Se acopló enseguida al funcionamiento de Talleres y le infundió un panoramade experiencia y jerarquía que resultó clave para alcanzar los lugares más altos del torneo. Guiñazú valora el aporte del DT. "Kudelka nos da muchísimo. Me saco el sombrero, es un hombre sabio y sabe transmitir lo que quiere. Tiene una calma extra". Y agrega la tarea de Andrés Fassi, el presidente que está al frente del renacimiento de la institución. "En dos años y medio hizo mucho. Es extraordinario cómo este club crece a pasos agigantados. Si todos los empleados trabajan con una sonrisa, por algo será".

Nunca es tarde para el seleccionado argentino

En el barrio Jardín, en la zona sur de la ciudad de Córdoba, no son pocos los que sostienen que Guiñazú debería tener su oportunidad con la celeste y blanca, una camiseta que supo vestir en las eliminatorias para el Mundial de Brasil 2014. "Lo tomo con calma y alegría, creo que la edad no es un impedimento para asistir a un seleccionado. Podemos tener 18 o 39 años pero siempre hay que estar a disposición".