Aldo Araujo hizo el gol que tanto necesitaba y se desahogó después de tres años de permanentes lesiones.

Sin dudas su gol fue uno de los más festejados y disfrutados en la intimidad del plantel y cuerpo técnico de Talleres. Cuando a los 39 minutos del segundo tiempo, Aldo Araujo clavó ese derechazo que le quemó “el rancho” a Nicolás Navarro y le dio el triunfo a la “T” contra San Lorenzo 2 a 0, en el Kempes hubo una sensación generalizada de felicidad y desahogo en todos. Que seguramente se prolongó en su familia y en los pocos amigos que saben de todo lo que tuvo que sufrir en estos tres años que lleva en el club. En ese tiempo pasó más tiempo en los consultorios médicos y de kinesiología que en el campo de juego por culpa de esas malditas lesiones que se ensañaron con su físico diminuto y castigado.

En el festejo se arrodilló, elevó la mirada al cielo y lloró. Fue la imagen que La Voz eligió para su tapa de ayer. En el banco, el preparador físico Mauro Cerutti se abrazaba con “la Pepa” Armando (ayudante de campo de Frank Darío Kudelka) y mientras el grito de gol explotaba en las tribunas, hubo un sentimiento unánime en todos y que se expresó en una frase: “Por fin se le cortó la mufa”.

Sí. Se trata de “Turbina”, “Aldito”, el extremo correntino que parecía condenado por una maldición. Pero el viernes pudo despojarse de tanta malaria. Su emoción fue tanta, que sus ojos seguían enrojecidos y al borde de las lágrimas cuando habló con Mundo D.

Además de jugar poco y nada, llevaba dos años y tres meses sin convertir un gol oficial (4 de octubre de 2015, contra Chaco For Ever, Federal A, en el Kempes, ganó 2-1 la “T”) y dos años desde que anotó en un amistoso (24 de enero de 2016, en el mismo escenario, perdió 2 a1 con la Gloria).

“Estoy muy feliz. Cuando salí de la cancha temblaba de la emoción. Todos me dicen que era algo psicológico. No lo sé. Yo creo que Dios me puso a prueba. Fue su propósito. Gloria para él. Alguna vez se tenían que cortar todas estas malas cosas que me estaban pasando. Se viene un buen 2018”, dijo cuando concluyó el partido, esperanzado y con la convicción de que lo peor ya pasó.

Señales

A la salida de la práctica del plantel del miércoles pasado, este cronista se cruzó con “Aldito” y le dijo: “Vamos... que ésta será tu temporada”. “Dios te oiga”, respondió. Una hora antes, se intentó hacer una entrevista con Mario Di Santo, uno de los preparadores físicos del plantel, responsable de un trabajo prolongado, concienzudo y paciente sobre las zonas más proclives de su cuerpo a lesionarse (aductores y gemelos, por ejemplo). Se excusó. “No, no, esperemos, a ver si lo quemamos. Viene de hacer una pretemporada bárbara”, dijo.

Fueron dos premoniciones. Vaticinios, que se hicieron realidad. “Estoy muy feliz. Mario, todos mis compañeros, los kinesiólogos, los médicos, todos me dijeron durante la semana que iba a hacer un gol. Y la verdad es que estaba muy confiado. Todos ellos me dieron esa confianza. En la pretemporada había marcado goles. No paraba de pensar cuándo iba a poder dar ese grito de desahogo. Hacía mucho tiempo que no podía hacerlo. Tenía que entrar. Se lo dediqué a ‘Pilo’, un compañero y hermano mío. Hice la ‘A’ con los dedos”, consignó tras el triunfo contra el Santo, con los ojos enrojecidos.

Un golazo

Araujo le puso el moño a una gran jugada colectiva, impregnada del estilo de juego que impulsa Kudelka a su equipo. Arrancó a puro toque por la banda izquierda, con pared incluida y mucha rapidez. La pelota le quedó en el medio a Torres y “el Chelo” , desprendido de egoísmo, lo vio llegar libre de marcas a su derecha y se la cedió. Aldo le pegó con tal fuerza que pareció hundirle el arco a Navarro. “Fue un gol muy lindo, con el estilo de este equipo. Le agradecí al ‘Chelo’ en la cancha y también en el vestuario por el pase. Estaba solo. Si no me la daba, no sé que hubiera pasado...”, señaló riéndose.

Le tocó a Torres, pero otro compañero en la misma situación hubiera tomado la misma decisión. Estaba escrito que debía ser su noche, desde el mismo momento que entró a la cancha a los 26 minutos del complemento, en reemplazo de Cristian Ojeda, el juvenil debutante que también vivió una noche inolvidable.

Tan inolvidable como lo fue para la esposa de Araujo, Dalma, y su hijita, Génesis, quien lleva un nombre bíblico acorde con su fe religiosa. “Me imagino la alegría que deben sentir. La familia es siempre la que tiene que aguantar los malos momentos. Y este se hizo muy largo”, comentó “Turbina”.

Para “Aldito”, no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo aguante. Y todos esperan que este sea su gran año. El del despegue.