Lucas Bernardi lo vio venir a Pablo Guiñazú. El abrazo limitó las palabras y en la mirada se dijeron todo. El DT de Godoy Cruz sintió una sana envidia. Los 38 años del “Cholo” y su vigencia, la dispararon.

El rubio, que tiene un año más y también lleva la marca del semillero de Newell’s, no pudo ser como él y debió dejar hace un par de temporadas. Luego del apretón de manos y de las sonrisas del caso, Bernardi sabía que, desde ese momento, debía encomendarle a Dios y a todos los Santos, la recuperación de la pelota y evitar la entrega clara. Pero no hubo caso, “el Cholo” fue un diablo. Sus piernas frenaron 15 ataques de Godoy Cruz y su precisión, fue increíble: dio 36 pases y apenas falló uno. Llegó al 97 por ciento, el registro top desde que arrancó el torneo Independencia.

¿Más? Es el volante que más recupera en el fútbol argentino. Y es el sexto jugador más preciso del fútbol argentino con el 93 por ciento de efectividad. Como si fuera un Gardel futbolero, cada día “canta”/juega y entrega mejor. “El Cholo” cumplió 20 años en Primera y sabe que nada es para siempre, salvo su legado. Antes de su último partido, debería escribir un catálogo sobre cómo logró la convivencia perfecta entre la vocación, la capacidad, las expectativas personales, las colectivas y el ser profesional.

Los increíbles números de Guiñazú

Un detalle lo pinta de cuerpo entero. El cuerpo técnico ordenó concentración previa para el juego con Lanús a cuatro de los más jóvenes y gravitantes, y Guiñazú se sumó con ellos para concentrarse. Para ser el mejor a los 38 años y haber podido cumplir la promesa de jugar en el cuadro amado sin hacer sapo, el volante necesitó del descanso y la alimentación correspondiente en horarios estipulados. Por eso, no se lesionó nunca y puede marcar los ritmos de Talleres. En cualquier circunstancia.

En la Bombonera (no por nada vino Boca a buscarlo a poco de haberse sumado a Talleres para relevar a Gago) y en el estadio Kempes; con 60 mil personas alentando, exigiendo o insultando. Ganando el respeto de propios y de ajenos. Y cuando el destino le jugó una mala pasada como fue la rotura de maxilar, cuando llegó en un amistoso ante Racing de Nueva Italia, en lugar de apurar el retiro hizo un canto a la perseverancia y aguardó a que Kudelka le diera la posibilidad. Porque para él también rigió el “juega el que mejor está”. Y lo fue, hasta convertirse en héroe con ese golazo de regreso a Primera ante All Boys, y alimentar la leyenda día a día.

En tiempos en los que hay pocos espejos en el fútbol, Guiñazú es un tipo en el que muchos jugadores deberían fijarse. Porque el fútbol, es aprendizaje permanente, y “el Cholo” es un maestro. Hay que aprovecharlo y disfrutarlo.