A 39 años de la mítica final de Talleres ante Independiente, Ángel Bocanelli ratifica que su tanto fue de cabeza y que el equipo albiazul era el mejor del torneo.

Su nombre estará siempre asociado a una jugada clave en una final maldita que hoy cumple 39 años. “Ángel Bocanelli, ese que le hizo un gol con la mano a Independiente”. La frase es recurrente en cada evocación de un jugador con una trayectoria envidiable: 300 partidos oficiales con la camiseta de Talleres (es el séptimo goleador histórico del club con 93 tantos), selección argentina en la era Menotti, Vélez Sársfield, León de México y Unión Magdalena de Colombia. Y su trampolín fueron los 18 goles conseguidos en nueve partidos jugados para Falucho de Jesús María, desde donde lo recomendaron Eduardo Astudillo y Héctor Ártico para desembarcar en el club de barrio Jardín.

“Angelito” ya anda por los 64 años. Su inconfundible cabellera enrulada pasó al archivo, al igual que aquellos desbordes por la banda derecha, desde donde se gestaron innumerables goles de un Talleres arrollador.

“Estuve coordinando hasta fin del año pasado el fútbol del Club Biblioteca Sarmiento de Alejo Ledesma, adonde viajaba cada siete o 15 días. Tal vez continúe allí”, responde Bocanelli ante el clásico “¿qué es de tu vida?”.

Y a la primera referencia de Talleres, el comentario sale en forma de alivio: “Por fin está en el lugar de donde nunca debió salir”. A pesar de haber apoyado la lista rival en las elecciones de autoridades, reconoce que la llegada de Andrés Fassi fue algo “muy positivo” porque “llevó al club adonde todos queríamos y el nivel dirigencial cambió un montón”.

–¿Se te reconoce más por tu trayectoria o por ser el autor del gol polémico a Independiente en la final del Nacional ’77?
–Hago una vida normal y me dedico a lo que creo saber un poco, que es transmitir la enseñanza que me dejaron los mejores técnicos del fútbol argentino, porque siempre tuve la suerte de ser dirigido por fantásticos entrenadores como Ángel Labruna, Alfredo Pedernera, Rubén Bravo, “el Gitano” Juárez, César Menotti... No me interesa otra cosa. Hice una campaña sin faltarle el respeto a ninguna hinchada rival y hace 39 años me inventaron que hice un gol con la mano.

–Sólo vos decís que no fue con la mano. Hasta tus compañeros dicen que la metiste con un puñetazo.
–Mis compañeros no pudieron ver la jugada en el torbellino que se concretó. Porque fue una pelota bombeada al segundo palo, desde la derecha, que cayó en el centro del área. No pudieron ver algo que no existió. Sí le hice uno con la mano a Sarmiento de Chaco, unas fechas antes, en un partido dificilísimo que empatamos 1 a 1. Ese lo vio todo el mundo menos el árbitro. ¿Para qué te voy a mentir ahora? Siempre dije que fue con la cabeza y ya no cambia nada. Me voy a morir y van a seguir diciendo que lo hice con la mano y hasta ese día lo seguiré negando. Al referí (Roberto) Barreiro lo encontré varios años después, en un partido en el que vino como cuarto árbitro. Me hizo llamar al vestuario y me preguntó: “Ángel, para mi tranquilidad, quiero que me diga la verdad, ¿el gol fue con la mano?”. Yo le respondí: “Maestro, quédese tranquilo que usted cobró lo que tenía que cobrar. Se lo digo ahora y lo digo siempre, el gol fue de cabeza”.

–¿Qué papel jugó Luciano Menéndez?
–No quiero opinar de política, porque nunca me dio nada. Soy apolítico. Nunca lo vi a Menéndez ni a la Junta Militar, ni a nadie. Lo que sé es que si iba al dentista me pedían el documento, igual que a todos. Y si Bocanelli tenía un problema, seguramente iba a parar a otro lado y no llegaba a la casa. Vivíamos para hacer grande al club y fuimos hasta al Zaire para apuntalarnos.

–¿Por qué fue tan vehemente la reacción de los jugadores rivales que te rodeaban?
–En realidad, el único que salió corriendo a protestar fue el arquero (Roberto Rigante) y después se plegaron los demás (fueron expulsados Omar Larrosa, Enzo Trossero y Rubén Galván). Ellos no se aguantaban perder de ninguna manera. Si nosotros hubiéramos tenido la reacción de ellos, no hubiéramos perdido el campeonato. En ese momento nos creíamos los mejores del mundo, y cuando vos tenés al frente a Bochini, Biondi o Bertoni, que entró después y nos hizo un quilombo bárbaro cuando estaba lesionado y más gordo que estas dos mesas, te podés lamentar. Y te preguntás por qué “Paco” Cabases no apagó la luz, por qué la hinchada no se metió a la cancha, por qué no nos paramos en mitad de cancha a aguantar, por qué un compañero tiró un caño y la perdió en el arranque del gol de Bochini, por qué los defensores y mediocampistas dejaron pasar libremente a Bertoni y a Biondi, por qué no tiré el centro para atrás en la última jugada. Hubo un montón de cosas que, si las hacíamos en ese momento, hubiéramos ganados 3-1 o 4-1. Cuando vos confiás demasiado en tus posibilidades pasan cosas como estas y porque no nos dimos cuenta tarde de que adelante teníamos unos monstruos de jugadores.

Registro. La flecha marca la mano de Bocanelli. (Revista goles)

Guiñazú, selección y dinero

No es de los habitués de la cancha en que juegue Talleres, pero se prende al televisor para ver a los cordobeses y a la selección argentina y se entusiasma con algunos jugadores de hoy.

“La selección está muy golpeada. La gente debe entender que los técnicos tienen al jugador dos o tres días para entrenar y así nunca te van rendir de la misma forma que en sus clubes, porque no tienen la misma posibilidad de trabajo. Somos muy dependientes de Messi y sin él no sabemos cómo llegar al arco contrario”, sostiene Bocanelli a la hora de analizar al equipo nacional.

–¿Qué jugador te llena los ojos hoy?
–Lucas Alario. Tiene la virtud de estar siempre en el gol, lo ves y no se fastidia nunca, erra goles pero siempre está. Me hace acordar a lo que yo hacía. Siempre está y hace goles importantes. Pero al que admiro es al “5” de Talleres. (Pablo) Guiñazú es una cosa de locos. Le ha devuelto al medio campo de Talleres la posibilidad de jugar fútbol, de recuperar y de tener la posibilidad de ir a definir un partido.

–¿Y de los de antes? ¿Quiénes te gustaban?
–“La Bruja” Beltrán, (Daniel) Valencia, “el Loco” Daniel (Willington), el finado (Humberto) Taborda, Mario Bernio... Cada equipo de la Liga Cordobesa tenía dos o tres jugadores de un nivel excepcional, que hoy no habría con qué pagarles. A (Luis) Ludueña no habría plata para pagarle. Una vez fuimos a España y le iban a dar un piso a 80 metros del Mediterráneo además de toda la plata. Decían que yo me iba a quedar también, pero en un partido ante el Málaga me cambiaron porque le saqué la tarjeta roja del bolsillo al árbitro y se la mostré a él. Entró “el Flaco” (Amadeo) Gasparini y lo contrataron a él. Unos años antes, Amadeo (Nuccetelli) rechazó una oferta de River por un millón y medio de pesos para llevarnos a Galván, a Ludueña y a mí. Siempre estuvimos muy bien pagos e hice una diferencia económica, aunque no al nivel de las que se hacen ahora. Fuimos de otra época. A esos jugadores de Talleres, hoy no habría con qué pagarles.