La mano de Kudelka también asomó en Primera. A casi dos años de haber asumido, sus Talleres tuvieron el protagonismo buscado, más allá de nombres y lugares.

Es “su” Talleres y es el que más le costó. Sin dudas. En las dos primeras temporadas, Frank Darío Kudelka ganó el reto de dotar a su equipo de un protagonismo exigido, aun cuando parte de los recursos principales no estaban disponibles. El conductor acertó en la elección de los intérpretes para poder seguir ganando el desafío de saber a qué se juega. De tener una identidad.

Llegar a Primera División con Talleres fue “hermoso”, pero debía demostrar que no es lo mismo ser que parecer. La derrota golpeó a su equipo tres veces siendo que en los ciclos anteriores había perdido dos partidos. Asomó la opción. Podría haber forjado un Talleres menos aguerrido en ese momento. “Yo voy a morir con la mía”, dijo, pero en realidad el equipo siguió viviendo con la de Kudelka.

–¿Así es?
–Es lo que siento. Es mi forma de vivir el fútbol. Y se hizo para hacer goles en el arco de enfrente. Hay momentos en los que hay que fortalecer una táctica defensiva, pero mi postura de juego es hacer un equipo de ataque. Después vemos la forma del plan. Yo busco meter cinco jugadores en el área rival. Más rápido o más vertical o de tenencia. Creo en eso. Me fue bien así y he tenido mis mejores momentos de satisfacción. No me vería llegar a un vestuario siendo conservador y pidiéndole a los jugadores que le peguen arriba y que el viento diga si va a favor nuestro o del rival. No sería yo. No es mi esencia de vida. Yo salí a buscar la vida subiendo la montaña, no esperé a que nadie me lleve. Yo salí a buscar la vida arriesgando sino estaría debajo de un árbol en mi Freyre natal.

El récord de 65 partidos, 40 ganados, 20 empatados y nada más que cinco perdidos más 94 goles a favor y 41 en contra, sigue siendo la consecuencia. “Es un momento productivo, pero no nos debe sacar del objetivo de consolidar a Talleres en Primera. Falta mucho para lograrlo y es un torneo los obstáculos van a aparecer. Percibo que va todo de la mano. Proyecto, objetivo y metas. Y va creciendo. Y lo llevo a cuando empezamos. Los resultados van acompañando. No salgo de eso. Soy un engranaje en esta sincronización llamada Talleres. Es mi rol, pero siempre busco metas superadoras”, agregó el DT.

–Había pocos jugadores de actualidad inmediata en Primera, apuestas y jugadores gravitantes a esperar, y otros que eran incógnitas. Y volvió a salir airoso, con segundas opciones. ¿Siente que eso convence al grupo?
–Sí. Pero siempre estuvimos convencidos. Pero es verdad. Se juega con varios jugadores que no tienen experiencia en Primera. Pero la idea está sólida. La de conservar a Talleres en Primera. También es cierto que aparecen los sueños, pero tratamos de que no nos eleve los pies del piso.

–Fue clave la definición del volante de juego.
–Probamos a Gil adelantado más por necesidad que por convicción. Jugó en varias posiciones del medio. Lo estudiamos y en el amistoso ante Belgrano fue el mejor, a un día de llegar. Ahora rinde de interior adelantado. Es dúctil y me gustan los jugadores que ocupan varias posiciones y funciones. A Reynoso lo conocíamos desde que llegamos. En una pretemporada, jugó todos los amistosos de lateral izquierdo y también de doble “5” y no el más ofensivo. Es enlace, pero también ha jugado tirado a los costados, el año pasado. Es polifuncional. Hoy juega como interior, a la derecha o a la izquierda de Guiñazú o como ante Atlético de Rafaela más de enganche a partir de la presencia de Fernando Godoy. Nos da variantes y su riqueza técnica es importante.

–Había respuestas que el equipo iba a dar y otras que eran una incógnita. Se sabía que los goles podían llegar porque había situaciones y que mantendría la recuperación la pelota. Sin embargo, nada se sabía de la administración de la ventaja.
–Trabajamos eso. También en los torneos anteriores. Somos intensos atacando o defendiendo. Todos tienen una responsabilidad y el orden fue clave. Al rival le costó. Administramos tiempos y espacios. Aún cuando el rival tiene la pelota.

–Los DT rivales reconocen que al hacer descansar el juego en varios jugadores y no tener una referencia de área, los incomoda...
–Sí. Tenemos la soltura en ataque no hubo en torneos anteriores. Crecimos. Existen variantes para llegar y no una sola posición. Somos verticales. Es una premisa de ataque. Trabajamos para que el equipo no sea predecible. La forma es la de la pelota al pie. Pero no siempre se puede.

–¿Y el juego de posesión ante Patronato?
–Hubo paciencia para ganar. Ante Rafaela, debimos jugar al contraataque en el segundo tiempo. La tiraron mucho hacia el área.

–¿Cuando dice “vamos paso a paso”, asoma la mesura o una invitación a creer que resta lo mejor?
–Ambas cosas. No hay que confundirse ni perder de vista el objetivo. Talleres debe enquistarse en el fútbol de Primera División. Hay que mirar un poquito al pasado que está ahí cerquita. Hace un año estábamos en el Federal A. Tengo los pies sobre la tierra. Eso es mesura. Después está lo otro. Tratamos de mejorar. Pero Talleres es un equipo nuevo. Ahora porque ganamos parece un equipo consolidado, pero es un equipo nuevo que tiene que mejorar muchas cosas y aprender otras. Tiene que desafiarse en esos partidos que ya están apareciendo. Donde el funcionamiento será la garantía. Ojalá reste lo mejor. Soy un tipo obsesivo y nunca me conforma lo actuado. Nunca me conformo. Salí del partido ante Atlético con mucha satisfacción, pero sabiendo que hay que corregir muchas cosas. Ante Arsenal tendré un partido dificilísimo. No hay que mirar la tabla. Ni la nuestra ni la de ellos. Lo mejor tiene que ser el partido que viene.

–En el Mundo Talleres, ¿qué enseña más: la victoria o la derrota?
–Enseña la esencia del club. Conocer sus frustraciones. El disfrute lo conocemos. Pero aprendo todos los días.