Poder de gol. Jeremías Bertacín, Favio Cabral y Lautaro Guzmán juegan de delanteros en novena, octava y séptima de la T, respectivamente. Chicos con hambre de gol.

El predio Amadeo Nuccetteli brilla con luz propia. El azul y blanco dominan una escena llena de fútbol. Las divisiones inferiores de Talleres trabajan con sus respectivos cuerpos técnicos bajo la atenta mirada de Carlos Ranalli, el coordinador. Él mismo divisó al fotógrafo y al periodista de Día a Día y llamó a los pibes. Los separó de sus respectivos grupos y los puso a disposición. La timidez propia de tres adolescentes que, aunque en sus miradas haya mucha inocencia, tienen en claro que si están en el club es para cumplir el sueño de jugar en Primera.

GOLES DESDE LA COLONIA. Jeremías Bertacín es el nueve de la novena de AFA. Sus apenas 14 años se le notan a la legua. Su papá Gustavo, su mamá Carina y su abuelo Osvaldo lo siguen a todos lados y él les agradece. Vive en Colonia Tirolesa y asiste al colegio en Caroya. Es un delantero de área que quiere triunfar aunque sabe que es un duro camino. “Me gusta mirar muchos a los delanteros. No sólo a los de la Primera sino también me fijo en mis compañeros y en las otras divisiones. Trato de aprender de todos”, dijo el pibe que viaja todos los días. Muchas veces lo trae su abuelo o su papá pero también utiliza el servicio de la empresa Sierras de Calamuchita, con quien el club tiene convenio para trasladar a los chicos al predio.

“Soy hincha de River desde chiquito pero me estoy haciendo de Talleres”, contó con timidez Jeremías. Y enseguida agregó: “Me gusta hacer goles, como a todos los delanteros. Siempre hablamos de fútbol con mi abuelo y me dice que me fije en otros en mi puesto. Me encanta Messi”. Y agregó su deseo: “Quiero llegar a Primera. Soy chico pero hay que estar tranquilo”.

FESTEJOS EN LA PENSIÓN. Las realidades de cada persona son distintas. Un club como Talleres tiene que tener en cuenta muchos factores a la hora de elegir a un jugador para que viva en la pensión. El caso de Favio Cabral es uno de ellos. Aunque es oriundo de barrio Villa Corina, la familia del pibe de 15 años, aceptó el ofrecimiento del club para que viva en la pensión junto con muchos chicos que vienen del interior. Sergio y Verónica, sus papás, estuvieron de acuerdo y el delantero de la octava de AFA está contento. “Siempre estuve en Talleres y agradezco todo lo que hace el club. Mis viejos siempre me apoyan y hacen todo lo posible para que no me falte nada”, dijo Favio. “Miro a Klusener y a Strahman, que juegan en mi puesto pero admiro mucho a Calleri y a Luis Suárez, que para mí es el mejor nueve del mundo”, agregó el juvenil.

El sacrificio diario de entrenar, ir al colegio y jugar todos los fines de semana es grande. “Es lo que me gustó siempre. Ojalá pueda llegar a la primera de Talleres, es mi sueño”, cerró Favio.

ILUSIÓN DE TIERRA ADENTRO. A sus 16 años, Lautaro Guzmán extraña a su James Craik natal. Es uno de los 100 jugadores que Talleres tiene en su pensión donde vive y estudia en cuarto año del secundario. Es una de las mayores apuestas a futuro que tiene el club. Es delantero pero su mayor virtud es la movilidad más que el gol. “Soy delantero por afuera. Me gusta desbordar, tirar diagonales y asistir a los compañeros”, se autodescribió Lautaro quien admira a Cristian Pavón, otro de los surgidos de las inferiores de la T.

Hincha fanático de Talleres, el atacante de la séptima afista, vivió con mucha alegría el ascenso a Primera. “Lo tomamos con mucha felicidad. Estoy muy contento de estar en un club así, se merece todo esto”, declaró. A pesar de que ve poco a su familia, trata de que no le afecte mucho esa distancia con su casa. “Vienen siempre a verme cuando juego. Estoy mucho tiempo en la pensión o acá en el predio. Pero sé que ellos están contentos de que esté acá”, contó. Y agregó: “Mi sueño es subir a primera y poder jugar muchos partidos en Talleres. Ojalá se me dé”.