Como todos en la “T”, el famoso payaso cordobés se ilusiona con la posibilidad de que su equipo regrese a jugar a la Primera División. Reconoce las cosas que hizo bien Belgrano y recordó cuando jugaba a ser “el Loco” Gatti.

Cuando Piñón Fijo se saca el maquillaje de la cara y el traje de payaso, es Fabián Gómez. Deja el personaje de lado y es el papá de Sol y Jeremías, sus hijos, quienes también trabajan junto al padre para entretener a los más chicos. Es también la pareja de Carina. ¡Y es fanático de Talleres! Aunque últimamente le gusta tanto el fútbol como el tenis, el cual practica y se siente Federer o Djokovic cada vez que le pega a la pelotita.

Como cualquier hincha de la “T”, vive un gran presente en lo deportivo. Con su equipo invicto en la Primera B Nacional y cada vez más cerca de volver a ser un club de Primera División.

“Al partido contra Gimnasia de Jujuy lo vi... con niebla. Me subí al techo para mover la antena. Pero después me di cuenta que era una falla de origen. Y que no tengo antena...”, entre risas Fabián/Piñón Fijo contó cómo vivió el triunfazo de Talleres, que lo deja más puntero que nunca y más cerca del ascenso.

La charla con Mundo D es a corazón abierto. Con el corazón del hincha. Y como todo simpatizante hizo una promesa en caso de que la “T” consiga el ansiado retorno a la Primera División.

–¿Qué harías si asciende?
–Si asciende Talleres, me pinto la cara de Piñón de azul y blanco. Me la voy pintando desde ya... ja ja.

–¿Cómo lo ves al equipo?
–Todavía tengo en la cabeza el golazo de Solis contra Los Andes... Lástima que se metió el arquero. Lo ensució un poquito. Talleres me tiene ilusionado. Muy feliz. Como todo hincha de Talleres y cualquier tipo del interior que no tiene doble camiseta. Esos que tienen dos amores, como Talleres y River, Belgrano y Boca... Es la generación que leía El Gráfico. Heredaban el amor por un equipo que no era el de tu barrio, de tu ciudad, de tu lugar. Yo soy de Talleres y no tengo doble nacionalidad con el fútbol de Buenos Aires.

"Como somos de un solo equipo andamos con esa mochila de frustración, que se complica todo el doble. Pero también le da una mística especial al amor por los colores".

–No se les puede escapar la vuelta a Primera División...
–Ojalá que sea un regreso a Primera para quedarse. Yo soy de Talleres, pero no soy fanático ni ciego. Yo valoro mucho lo que ha hecho Belgrano de un tiempo a esta parte. Y me encantaría que ese modelo lo repitan los otros equipos. En un campeonato se puede andar mejor, en otro peor, pero si tenés una política coherente a lo largo del tiempo el hecho de permanecer en Primera División para un club del interior es doble mérito. Ojalá nos pase lo mismo que le viene pasando a Belgrano hace tantos años. Ascender para quedarse y no para volver a la B Nacional al siguiente torneo.

–¿Sos de ir a la cancha?
–Cuando puedo, voy. Por mis shows, muchas veces no coincido con las fechas. Por ahí coincido en lugares que no es Córdoba... El tema que está prohibido el público visitante. Imaginate que llegue vestido de Piñón Fijo sabiendo que soy de Talleres. Doble admisión me hacen: por ser visitante y payaso.

–Cuando vas en el Kempes, ¿a qué parte vas de la cancha? ¿Qué tipo de hincha sos?
–Tranquilo. Me gusta contemplar. Mirar mucho. No sólo el partido. Muchas veces me he perdido de mirar un gol por quedarme colgado mirando a un personaje de la cancha. O alguna escena de un tipo sacado. Me gusta mucho el folclore del fútbol.

–¿De ahí salió tu canción “Jueguen, jueguen cordobeses”?
–Claro. Esa canción trasciende mi amor por Talleres y habla de todos los equipos de Córdoba. Habla de Zazá, el entrañable personaje que dibujaba “el Negro” Ortiz en La Voz del Interior. Me acuerdo del momento que empecé a pensar en escribirlo, que fue durante un Talleres-San Lorenzo que había ido con mi viejo y mi hijo al Chateau. Y me emocionó tanto ver la alegría de la gente... Me emociona mucho ver a la gente feliz por una misma cosa. En un mundo de tanta violencia, de tanta angustia, encontrar 30 mil tipos felices por la misma cosa a mí me estruje el corazón de alegría. Me pasó esa vez y salió esa canción.

–¿Por qué incluiste a Zazá en la canción?
–Y... porque “el Negro” Ortiz tenía una capacidad que tienen muy pocos. Que en un cuadrito de historieta puedan dibujar una editorial que cualquiera de nosotros necesitaríamos 15 hojas para decir lo mismo. Entonces me fanaticé mucho de sus cosas y la canción surgió más o menos con la desaparición de Ortiz. Fue como un pequeño homenaje. El estribillo es así: “Jueguen, jueguen cordobeses. Con cuarteto y choripán. El Chateau parece un chiste, que dibuja un duende llamado Zazá”. Y también conseguí después que “el Turco” Wehbe, otro tipo que admiro y me encanta escuchar los partidos relatados por él, me relatara un gol imaginario en el medio del tema. Fue un sueño. Hermoso.

–Podrías haber aprovechado tu influencia en los chicos para hacerlos hinchas de Talleres. Sin embargo no lo has hecho. ¿Por qué?
–La infancia es complicada. Es como que contás con ventaja, hasta si se quiere desleal. Al principio lo hacía, pero como una chanza entre adultos y después me di cuenta que no estaba bien. Es muy finita la línea y siempre trato de ser muy cuidadoso con los chicos. Siempre trato de inculcarles el espíritu que tiene que tener el deporte y el hecho de compartir. El otro día dije que acá jugamos con que Talleres, con que Belgrano, con la rivalidad. Y es un programa que sale en todo el país y Latinoamérica... Pero también dije que soñamos con lograr una sociedad que sea sólo un juego. Sin violencia. Que podamos convivir con nuestras diferencias.

"Somos todos iguales, más allá de los colores que amemos. Eso es lo que nosotros luchamos por inculcarles a los chicos. Y no es nada más y nada menos que los hinchas del futuro".

El día que sintió vergüenza

Piñón Fijo, como hincha de Talleres, estuvo casi una década sin ir a la cancha por un episodio que lo llenó de vergüenza. El mismo Fabián lo contó. “Tuve sentimientos encontrados con la campaña hermosa que hizo el Talleres que dirigía ‘Jota Jota’ López, que después descendió. Fue puntero algunas fechas y terminó tercero o cuarto. Era un equipazo. Ganaba o empataba los partidos en los últimos minutos. Estaba muy bien físicamente”, recordó.

Luego Piñón revivió algo que lo alejó de la cancha. “Y los sentimientos encontrados eran porque en esa época era el pico máximo del pulmón vergonzante que tenía la hinchada de Talleres y que salía televisado para todo el mundo. Me acuerdo que tenía que explicar en Buenos Aires qué significaba ese pulmón. Que existía para que no se peleen. '¿Pero no son de la misma hinchada?', me preguntaban. Y yo les explicaba", afirmó.

"Pasaron cosas feas, como por ejemplo cuando murió en la tribuna Roque Miranda en un Talleres-Lanús. Ese día sentí vergüenza de estar en la cancha", recordón Piñón.

"Estaba con mi hijo y me preguntaba qué había pasado. Sentí mucha vergüenza y dejé de ir a la cancha por mucho tiempo después de ese episodio. Te sentís hasta cómplice. Me acuerdo que cuando pasó la pelea, se armó como un silencio en el estadio. Todo el mundo supo que había pasado algo grave y había como una cosa de que no se note mucho para que no se suspenda el partido ni nos saquen puntos. Sentí esa complicidad colectiva. Una locura. Una enfermedad... Me sentí parte de todo eso y sentí vergüenza delante de mi hijo. Y me prometí no volver más a la cancha. Recién volví cuando Talleres cumplió 100 años. Estuve muy golpeado. Me dolió mucho. Ojalá no vuelva más eso a Talleres ni a cualquier club. Es una vergüenza. Es triste”, agregó.

La actual gestión

“Con el tema político estoy tan golpeado... No sólo en el fútbol. Política en general. No me animo ni a criticar ni hablar bien de una gestión. Después que pasan los años te enterás de los trapitos... Pasa eso en todos lados”, analizó Fabián en general y luego se refirió a la actual conducción del club de barrio Jardín: “Por lo que se ve y se siente, hay muchos aciertos en la gestión de Fassi. Viene bien. Los resultados deportivos son una consecuencia de una buena gestión. Hay laburo con las inferiores”.

Piñón como papá

“Una vez se había portado mal ‘el Jere’ (su hijo). Ya era adolescente y le prohibí ir a la cancha. Con la mamá Carina nos pusimos de acuerdo. Y en el horario del partido, desaparece de casa. Y pregunto dónde está. La mamá me dice que fue a la casa de un amigo y yo le digo: ‘Vos sabés que este se fue a la cancha...’. Mi mujer no lo podía creer. Era el tiempo que la TV sólo mostraba la tribuna. Entonces me pongo a ver el partido y cuando enfocan a unos hinchas, era ‘el Jere’ con dos amigos. Lo llamo al celular, él lo miraba y lo volvía a guardar en el bolsillo. No te cuento a la vuelta de casa lo que pasó...”, recordó el Piñón Fijo papá, quien se hace cargo que le transmitió a su hijo el amor por Talleres, que provocan esas cosas.

El niño Piñón Fijo

Tener una pelota de fútbol siempre fue el sueño del niño Fabián. No le fue fácil, pero la consiguió allá por el ‘78.

–¿Cuál fue tu primer recuerdo relacionado con el deporte?
–Tuve una infancia muy humilde. Me acuerdo que en Deán Funes, antes del Mundial ‘78, no tenía una pelota de fútbol de cuero propia. Era inalcanzable. Entonces llené con las tapitas de una gaseosa de una multinacional muy conocida, que termina con Cola y comienza con Coca, el álbum con los escudos de los países que iban a jugar la Copa del Mundo. No sabés la alegría que tenía porque no había ganado nada y por llenar el álbum me había ganado una pelota. Después me di cuenta que no había sido el único, sino que cada uno que caía con el álbum lleno se llevaba la pelota.

–¿Dónde jugabas?
–En el baldío de enfrente de mi casa con mis amigos. Mi mamá bordaba a máquina y con las telas que le sobraban me hacía ropa de arquero, porque admiraba al “Loco” Gatti. Ese era mi pasado, entre costurero y futbolista.

–¿Quiénes eran tus referentes?
–Uno veía más a los futbolistas como superhéroes que como jugadores de fútbol. En un tiempo era Gatti y después del Mundial ‘78 todos queríamos ser Kempes o “el Pato” Fillol. Por supuesto. Ya era grande en esa época, pero en ese tiempo la infancia llegaba más lejos. Uno tenía 10 o 12 años y seguía siendo un niño.

–¿En qué puesto jugabas?
–En el puesto que más cómodo me sentía dependía de la inutilidad de los rivales... Yo era un desastre. Fue una frustración. Creía que tenía algunas habilidades y la realidad me puso en mi lugar, que es el rol de payaso.

–¿Y en la actualidad hacés algo de deporte?
–Fútbol no tanto porque se complica juntar dos equipos por la dinámica de vida que llevo. Pero sí me copé hace unos años con el tenis. Me gusta mucho. Me apasiona. Y tengo una “profe” que se llama Franca Monguzzi, que me tiene paciencia con mis limitaciones.

–¿Y te prendés mucho tiempo viendo por TV los partidos de tenis?
–Sí, sí me gusta mucho verlos. Me pasa lo mismo que me pasaba con “el Loco” Gatti, después voy a la cancha y me quiero hacer el Federer o el Djokovic. Y, obviamente, la realidad se encarga de ubicarme. Pero me divierto mucho.

Así pasó Fabián Gómez, que dejó de lado un ratito a Piñón Fijo y se puso el traje de hincha. De hincha de Talleres, que está más cerca de lograr su vuelta a Primera División y si eso sucede, veremos al payaso pintado de azul y blanco. Los mismos colores que los de su corazón.