En 2015 llegó como cuarto delantero y fue el goleador. Frente a Villa Dálmine marcó apenas entró. Fue su primer gol con la “naranja” y se sacó las ganas de gritarlo.

Parece predestinado a remarla desde atrás. Le sucedió así desde que llegó a Talleres para el pasado Federal A desde México, de la mano de Andrés Fassi, hace trece meses, como el cuarto delantero del plantel.

Antes que él estaban Javier Velázquez, Marcos Godoy y Victorio Ramis. Pero, a partir de una lesión de Velázquez y otras circunstancias, Eial Strahman terminó siendo el “9” titular y el goleador del equipo que ascendió (14 tantos).

Y ahora, en la B Nacional, también le tocó arrancar de atrás, dispuesto a aguardar pacientemente su oportunidad. Que llegó el viernes, frente a Dálmine, cuando a sólo 30 segundos de entrar por “Pipe” Ramis, en la primera que tocó, con un cabezazo hacia atrás tras el tiro libre de Solís, marcó el gol del triunfo 2 a 1.

Un gol importante, decisivo, que más allá de volver a reubicarlo en la puja por la titularidad con Velázquez y Klusener, tiene su historia. “Palermito” se la contó ayer a Mundo D, minutos antes de sentarse a almorzar con su familia, tras la práctica mañanera del plantel.

“Sí, lo festejé mucho, tirándome de la camiseta, porque fue un desahogo. Tenía ganas, necesitaba hacer un gol. En los dos partidos por la B Nacional, en los que entré en el segundo tiempo, y en el de la Copa Argentina contra Pronunciamiento, que lo jugué casi todo, no me había quedado ninguna para meterla. Y además por otro motivo: fue el primero que metí con la camiseta naranja en Talleres”, comentó.

–Mirá vos. Esa no la teníamos.
–Y sí. El año pasado no había podido convertir con esa casaca. También por ese lado tenía ganas de gritar el gol, para sacarme la mufa. Y también porque Guido Herrera me había dicho que iba a hacer un gol. Por eso fui a festejarlo con él.

–Y con tu familia, por supuesto.
–Sí, soy muy familiero. Ahora me voy a almorzar con mi mamá (Viviana) y mis hermanos Nir y Lucía. Mañana (hoy), con Tomer y Fanny, mis otros hermanos. Y no me olvido de mi tía Edith, “Pimpa”, hermana mayor de mi papá. Ayer fue por primera vez sola al Kempes para verme. Le dedico el gol también a ella.

–¿Te tocó pasar alguna experiencia mala en los últimos meses?
–Sí. El fallecimiento de mi abuela, hace pocos meses. Fue muy importante para mí. Y los que tengan mascotas me entenderán: tuve que sacrificar al perro golden de la familia. Estaba viejito y enfermo. Era uno más de la familia. Uno se encariña mucho con ellos.

–Parecés predestinado a pelearla desde atrás.
–Me pasó muchas veces en mi carrera y no sólo en Talleres. Tengo claro por experiencia que uno nunca debe bajar lo brazos, estar siempre al pie del cañón y aprovechar las oportunidades, sea jugando 5 o 90 minutos. Ayer (por el viernes) me tocó entrar y a los 30 segundos hice el gol. Tengo que seguir esforzándome para demostrarle a Darío que quiero ser el “9”.

–El torneo pasado metiste 14, fuiste goleador y bien podrías haberte sentido con derecho adquirido.
–Algunos jugadores piensan así, pero yo no. Lo del año pasado fue fantástico, pero ya fue. No se puede vivir del pasado. Me tocó arrancar por la lesión Javier, que ahora lo está haciendo bien e hizo una excelente pretemporada. Yo sabía que sería así con Darío de técnico. Siempre pone al que mejor ve, no importa quien sea. Hoy lo ve mejor a él que a Gonzalo (Klusener) y yo. Y está bien. Hay que demostrarle en cada partido y práctica que quiero estar. Ése es el camino.

–¿Y al equipo cómo lo ves? Gana y tiene aspectos muy positivos, pero se está excediendo en los centros y le está faltando juego. ¿Será por los jugadores que faltan?
– Es cuestión de tiempo más que de nombres. Iremos encontrando el funcionamiento con los partidos, Jugar tan seguido no deja tiempo para trabajar. Es cierto que por momentos nos falta fútbol en el medio y más movilidad arriba. Tampoco estamos terminando bien los centros y nos hicieron tres goles de pelota parada. Pero no es para preocuparse. Son cuestiones puntuales que se corregirán con trabajo. Siempre es más fácil corregir ganando.