El arquero no se calló nada y tuvo su desahogo. Con dolor e incomodidad, explicó su sentimiento sobre la reacción de los hinchas de Instituto, que le facturan su llegada a Talleres. “No dejo de querer al club por lo que dijeron, aunque me dolió”, decretó.

Por momentos su voz se quebraba, al borde del llanto, situación que no se condice con su fuerte personalidad bajo los tres palos. Mauricio Caranta ingresó al recinto con algunas “pocas pulgas” pero rápidamente se fue amoldando a media que las preguntas le iban cayendo. A veces parecía que iba a insultar, otras, que rompería en lágrimas. La necesidad de dar respuestas a los hinchas de Instituto por su incorporación a su más acérrimo rival es un tema que lo incomoda mucho. Igual, lo mismo puso la otra mejilla.

“Hubo muchos históricos del club que no aparecen, yo doy la cara. No sé cuántos jugadores de Instituto vinieron a Talleres y se paran de la manera que yo lo estoy haciendo ahora. Yo a Instituto le dejé mucho, dentro de la cancha con el ascenso y en lo económico también. No dejo de querer al club, menos ahora, y mucho menos cuando el presidente en ese entonces cuando me vendieron me robó (sic) 170 mil dólares de la transferencia”, declaró el experimentado arquero. Muchas veces se trababa en su discurso, sin poder evitar sentir nerviosismo.

“La verdad me causa dolor lo que se dice, lo que pasó, con el tiempo pasa. No voy a dejar de querer a Instituto por las cosas que están haciendo algunos. Fue un orgullo para mí vestir esa camiseta” -siguió explicando Caranta, sin bajar la tensión-. “Simplemente no se dio volver. Nadie de Instituto me llamó cuando estuve seis meses inhabilitado por lo que pasó en Boca. Estuve entrenando sólo con un PF. No me abrieron las puertas para ir a entrenar aunque sea. Ni cuando no jugaba en Lanús. Pero todo esto no afecta al cariño que le tengo a la institución. No soy de mezclar las cosas”.

Por momentos se speraba un exabrupto de su boca, sin embargo, lo pudo controlar. “Yo no necesito una gigantografía para demostrar lo que hice en el club. Lo que se hizo me duele mucho, la verdad. Soy uno de los pocos que dejé algo en lo deportivo y en lo económico. Y eso no es poco. Yo sabía que había consecuencias por venir a Talleres y asumí ese riesgo. Me convenció el proyecto, yo soy uno más de este grupo que tiene un objetivo muy alto. Eso me mantiene vigente a los 38 años, porque ganaba mucho más plata en Rosario Central. Me llamaron de Primera. En Talleres me convenció el desafío y la apuesta. En otro club, sin duda la repercusión hubiese sido otra”.

- ¿Entendés el enojo del hincha de Instituto?
- Sí, entiendo. ¿Ustedes me entienden a mí? Acá estoy dando la cara y si le tengo que pedir disculpas a alguien por lo que hice, acá estoy pidiendo perdón públicamente.

- ¿Cuál será tu reacción si te toca atajar el sábado contra Instituto?
- Con todo el profesionalismo de siempre. Ahora que hablé de Instituto, cierro el tema y no lo vuelvo a tocar más mientras esté en Talleres.