La “T” venció a 9 de Julio. Nunca había podido ganar en el primer partido en los cinco torneos anteriores. Ayer, fue distinto.

Era el inicio más exigente para Talleres. Los cinco anteriores debuts en el torneo de la tercera categoría del fútbol argentino se habían parecido bastante. Un equipo renovado, la lupa sobre los distintos en especial, la aparición de un nuevo entrenador, la exigencia de los administradores armaron siempre una rara alquimia de obligaciones, que todo aquel que vista de corto deberá entender para poder domarla y sacarle provecho.

Sin embargo, el estreno de ayer tenía un valor agregado. Potenciado, quizá. Pese al no ascenso ante Gimnasia de Mendoza, fueron 33 mil personas al Kempes y 17.655 de esos se hicieron socios activos, de los que van a tener voz y voto, para que Talleres no vuelva a ser el caos del que costó salir. Un mensaje que supo instalar muy bien Andrés Fassi, el primer presidente electo post quiebra y cuya visión es un Talleres con un crecimiento como el del Pachuca, quien ayer volvió a elegir el sector de prensa para ver el juego. En todos lados se jugaba algo. No podía ser que otra vez hubiera marco sin cuadro.

En la cancha, un par de actos de pura y necesaria impronta alcanzaron para que ganar en el debut dejara de ser una cuenta pendiente para Talleres. El 2- 0 ante 9 de Julio de Morteros le permitió sentir el dulce sabor de la primera vez. Los cabezazos de Wilfredo Olivera y de Ezequiel Barrionuevo dejaron en el olvido aquellos cinco resultados iniciales.

Ese 2-1 con el que Juventud Unida Universitario de San Luis le dio la “bienvenida” a la divisional en la Boutique en 2009, el 1-1 ante Racing (2010/11), otro 1-1 frente a Libertad de Sunchales (2011/12), un 2-2 con Sportivo Belgrano (2012/13) y el 0- 0 con Tiro Federal el año pasado.

Esta vez fue distinto. No solamente por las 33 mil personas que hubo anoche en el Mario Alberto Kempes, según dijo el propio Fassi, sino por la convicción de varios jugadores para intentar jugar siempre. Aunque pasada la media hora sobreviniera algún murmullo o silbido por una jugada desafortunada. Había que trascender a la teoría del equipo, que por tener más de tres millones de presupuesto mensual de fútbol se iba a llevar puesto al de 300 mil.

De creer que un Kempes que brama podría doblegar al rival o que el abrazo de Alejandro Bergantiños tendría en cuenta en su táctica que fue a “muchos cursos” que dio su colega Darío Kudelka para perfeccionarse. O las charlas posteriores. Nadie perdona a nadie.

Talleres debía aprenderlo y sus jugadores, demostrarlo. 9 de Julio sintió el 1- 0 y la expulsión de Matías Fernández y la “T” debía aprovecharlo. ¿Cuántas veces le dieron un batacazo igualmente? El ascenso se gana día a día. Partido a partido.

Juan Pablo Francia falló en varias, pero se inspiró una vez e hizo héroe al ex Colón. Santiago Raymonda fue el primer pase siempre, Ezequiel Barrionuevo lo aprovechó y pudo hacer un impensado gol de cabeza. Rodrigo Burgos recuperó desde el principio hasta el final y cumplió con lo pactado. Ganó Talleres y cuando eso pasa, el ego trepa, el rival piensa en irse a un estadio más grande (recaudar para salvar el semestre) y los hinchas acomodan su vida para viajar. “Fue el primer paso”, dijeron varios jugadores. Así se debe sentir.