Como contra Brown, desperdició la ventaja. “Estoy más tranquilo que nunca”, dijo el DT Rubén Forestello.

El poeta nocturno de la Sucesos todavía tiene sus versos atragantados. Talleres sigue soñando a Matías Barzola diciendo por la radio que la T está meado por un elefante. "La p... madre, no se puede creer. Esto es una joda". Y no, Barzola, no se puede creer. Parece una joda. De las peores.

Es una pesadilla que se repite. Toda la belleza de las palabras del relator arrabalero se deshacen por el gol de Almirante Brown al minuto del gol de Klusener. Es 1-1 y nadie puede entenderlo. Meados por un elefante. Y más también.

Anoche, la pesadilla se personificó dos veces en el Kempes y ante otro rival. Fue Crucero del Norte el que asfixió los gritos de gol del hincha de la T. Ahí nomás. Al ratito.

Como si una mina te dejara al minuto que la besaste. Cruelmente. Dolorosamente. Así. Los de Talleres son gritos impotentes. Que no terminan nunca de serlo. Que son instantes nomás. Brevísimos. Eso fue el 2-2 ante el Colectivero.

Por eso ese final de bronca/desazón/descontento en el Amadeo Nucetelli, como llaman los Albiazules al ex Chateau Carreras.

"Que se vayan todos, que no quede ni uno solo", resopló desde la popular, acompañado de una silbatina cuando los jugadores traspasaban la línea de cal para arribar a un vestuario que no fue menos hostil.

Parecieron horas las que demoró el DT Rubén Forestello para salir y hablar ante la prensa. Para decir algo que no se condecía con sus ojos y su gesto triste, apesadumbrado. Dolido.

"Hay que seguir trabajando, la gente se expresa como puede. De esto se sale trabajando. Estoy más tranquilo que nunca, duele el resultado. Dolió mucho el gol en el primer tiempo. Nos golpeó. Parece que fuera a propósito lo que nos pasa... Habrá que seguir insistiendo, trabajando y no perder la calma para sacarlo adelante", diría el DT, que aún no puede ganar en este 2014, que sacó tres puntos de 15 posibles en este reinicio de la B Nacional.

Sí, poco. Poquísimo.

"Los golpes de los goles apenas convertimos, son dolorosos. Es un momento difícil. A veces es difícil sobreponerse a esos golpes. Hay que seguir insistiendo. Nos empataron tres partidos donde merecimos más. La ansiedad de afuera se transmite adentro y la necesidad de ganar se siente", repitió el Yagui, que sabe y presume que el domingo, a las 21.30, se jugará mucho más que un partido ante Sportivo Belgrano, en San Francisco (27ª fecha del torneo).

"Da mucha bronca. Son rachas que hay que cortarlas, estar concentrados y no cometer errores. Todos cometemos errores y hay que tratar de minimizarlos. Ahora ya está. Empatamos y no se puede hacer nada. Hay que pensar en Sportivo Belgrano. Hasta que nos hicieron el gol estábamos muy bien. Nos convierten y mermamos el rendimiento. Hay que corregirlo para sacar esto adelante", diría el goleador Gonzalo Klusener, uno de los que siente como nadie el (mal) momento.

La imagen del final entregó un vestuario de murmullos y broncas comunes. Un Forestello saliendo entre el mal humor de un hincha molesto que se agolpó en el colectivo y pidió un pronto cambio. Una mejoría. Que esto no vuelva a repetirse. Y, sí, algún insulto salió hacia el puñado de jugadores que subía rápido al bondi.

Por ahí se iba también Barzola después de relatar el 2-2 con Crucero de anoche, que dejó a todo Talleres en una ensoñación trastornada. En donde la T no puede nunca disfrutar el grito de un gol. Que se ahoga una, dos, tres veces. Un grito impotente.

Así se siente.