La T se ilusiona con mantener la imagen que dejó en este partido a lo largo de la B Nacional. Pero es la preparación y deberá seguir trabajando.

El 2014 mostró un Talleres muchos más despierto, entero en lo físico y con algunos esbozos conceptuales que pudo plasmar ante Instituto, pero siempre basado en la peligrosidad individual de sus jugadores. Pero dentro de ese contexto, sobresalió la jugada clara siempre de los pies de Marcos Brítez Ojeda, el más lúcido e inteligente de la cancha. Recuperado de todo el ex volante de Los Andes, Huracán e Independiente Rivadavia, fue el estratega de la cancha, aprovechando también la velocidad y criterio de Gabriel Carabajal, que cuando tuvo problemas por la banda izquierda para desnivelar. Y le cedió terreno y la pelota a Instituto, que no pudo hacer usufructo de la tenencia.

Talleres fue inteligente. Golpeó en tres minutos y eso le alcanzó para después jugar con la desesperación del rival, que en complementó tomó la posta. Pero con espacios, el albiazul hizo su negocio, y dejó en claro que cuando hay sociedad entre los que más saben, con una conexión coherente con las líneas de ataque puede ser cosa seria. Apostó a esperar en el complemento y sacó réditos. El refuerzo Edison Torres cumplió, a las espaldas de Brítez Ojeda, para que este tenga libertad para crear y animarse a crear. Posiblemente pueda remediar esa falencia que le trajo dolores de cabeza en la primera mitad. Un triunfo como este, revitaliza al ánimo y la confianza, además de ayudar y parchar algunas falencias que no pudieron ser disimuladas y que se pagan caro.