Primer refuerzo. Edison Torres arribó ayer a Córdoba y ya trabaja bajo las órdenes de Forestello.

De tan fuerte sus rayos, el sol lastima. El reloj marca las 16.30 y el hall de entrada de La Boutique luce semi vacío. Apenas un empleado del club apoyado en una silla y un par de periodistas le dan vida a una típica postal de la siesta dominguera.

“¿Están esperando al paragua? Ya viene, está haciéndose la revisación, esperenló”, rompe el silencio el robusto hombre al tiempo que señala la sala de conferencias. Tras 15 minutos de espera hace su aparición el personaje del día: Edison Torres, que un par de horas atrás se había convertido en el primer refuerzo de Talleres (anunciado en Diaadia.com.ar) y ahora se disponía a realizar la primera práctica con sus nuevos compañeros tras someterse a algunos chequeos médicos de rutina.

“Tengo las expectativas que un equipo grande representa, lo que quiere el grupo, el equipo y la ciudad: tratar de pelear arriba y, obviamente, ascender”, dice de entrada el volante, sin dar demasiados rodeos. Y se describe: “Soy un volante central típico, con mucha fuerza, aguerrido, con temperamento y también con juego”.

El semblante de Torres denota alivio. Su llegada estuvo precedida de una larga novela, repleta de tiras y aflojes. “Tenía contrato con Cerro Porteño (club del que proviene) hasta el 31 de diciembre. Tuve la opción de renovar, ellos querían que me quede, pero no llegamos a un acuerdo así que me vine para acá”, cuenta.

Además, revela que las gestiones del ex jugador y hoy entrenador de las categorías promocionales de la T, Javier Villarreal, fueron claves para su arribo: “Villarreal jugó mucho en Cerro y por intermedio de compañeros que me hablaron muy bien de él lo conocí. Me propuso venir acá y no lo dudé. Siempre tuve ganas de volver a Argentina”.

Y es que no es la primera vez que Edison pisa suelo argento; de hecho, sus inicios en el fútbol fueron en Racing de Avellaneda (en donde hizo inferiores junto con José Shaffer, con quien hoy comparte plantel). “Allí estuve cinco años. Luego pasé por Uruguay, en donde hice gran parte de mi carrera, pasé dos años por Colombia, estuve en España y ahora vengo de Cerro Porteño”, relata.

De su carrera, rescata la final de la Copa Libertadores que alcanzó en 2011 siendo parte del plantel de Peñarol, en donde cayó 1-2 en el global ante el Santos: “Llegar a una final de Libertadores no es fácil y Peñarol, un equipo con mucha historia, lo hizo ocho años después de estar ausente. Aunque no pudimos levantar la copa, queda un lindo recuerdo”.

“Feliz de venir a un grande”. Edison Torres conoce al dedillo en qué lugar se está metiendo. Sabe que en Talleres la presión se multiplica y que cada movimiento que hace es vigilado por mil ojos críticos.

Lejos de amilanarse, el ex Cerro Porteño se agranda: “Sé lo que representa Talleres y el arrastre que tiene en la gente. Estoy feliz de estar en un club grande por su gente y por su historia”. En esa misma sintonía, agrega: “Tenemos la responsabilidad de devolver a Talleres a primera, estuvo allí muchos años y su gente se lo merece”.

Con respecto al presente poco feliz del equipo, que lo encuentra merodeando por la parte baja de la tabla, razona: “Son momentos. En el fútbol a veces toca estar abajo, pero de un semestre a otro a veces puede cambiar todo, más cuando hay mucho apoyo y el club quiere lograr cosas importantes”.

Así como da muestras de conocimiento de su nuevo club, el jugador también está familiriazado con la expresión más profunda de la cultura cordobesa: el cuarteto: “He vivido tres años en una pensión con muchos cordobeses que ponían siempre cuarteto. No tengo ningún problema, me adapto, je”.

Para concluir, el primer refuerzo del Matador le deja un mensaje al hincha albiazul: “A la gente no se le puede pedir nada, sé lo fiel que es. Simplemente quiero decirles que vamos a dejar todo para lograr que el club salga adelante”.

Así, y luego de posar para las fotos, Torres se mete al vestuario. Luego llegará la presentación correspondiente, con capotón de bienvenida incluido, y, finalmente, sus primeros movimientos con la casaca albiazul. Llegó Edison.