La floja cosecha de puntos preocupa tanto como el semblante que muestra la “T”.

¿Qué le duele más a Talleres? ¿Haber sumado sólo tres puntos en igual cantidad de partidos jugados o no encontrar aún una impronta de juego que le de más seguridad? ¿Es una u otra o una mezcla de las dos cuestiones? Veamos.

Desde lo matemático y estadístico, en ningún lado estaba escrito que el arranque del equipo en su regreso a la B Nacional le significaría desandar un lecho de rosas. Y que sólo por el envión ganador que traía, sumaría los seis puntos de local que dirimió y se traería un empate de Santa Fe.

Pero quien niegue que entre el Argentino A y la B Nacional, en cuanto al modo de jugar y afrontar los partidos, hay diferencias sustanciales, se equi­voca. A todos los equipos que ascendieron de una categoría a otra les costó la adaptación y Talleres no será la excepción.

Desde ese lugar, visto lo sucedido ayer en el estadio 15 de Abril, Talleres se terminó trayendo un triunfo. Es que difícilmente jugando como lo hizo el sábado otra vez no se vuelva con una goleada a Córdoba. Pero más importante que la escasa cosecha de puntos, es que la “T” no encuentra el perfil de juego definido que tenía en el Argentino A.

Se queda a medio camino entre una propuesta cautelosa y precavida, que se plasma en la intención de jugar de contra, y otra más ambiciosa y ofensiva. Pero en ese trayecto se diluye. Y pasa a convertirse, por momentos, en un equipo ciclotímico, casi bipolar, capaz de sacar de la galera una jugada con pelota quieta como la que originó el 1-0 parcial, y terminar sufriendo por errores defensivos graves, individuales y de estructura, como también le sucedió ayer.

Un equipo que pasa de la explosión a la implosión en un solo clic y al que le cuesta pasar de la adolescencia ingenua del Argentino A a la adultez implacable de la B Nacional. Y al que, indudablemente, le falta fútbol. Por eso, en 135 minutos que jugó en los dos últimos partidos, Gabriel Carabajal, con su desenfado y picardía, terminó sacándolo de una abulia peligrosa, le pese a quien le pese.

Una colimba larga Parece que la colimba de Talleres en la B Nacional será más larga que lo previsto. Que la instrucción de cómo amoldarse a esta divisional y a su modo de juego, le costará más de lo deseado. Y en este punto es donde entrará a jugar un rol determinante la impaciencia de sus seguidores.

Se sabe que los hinchas albiazules son de paladar negro y que no le gusta ver a su equipo jugar mal. Pero deberán considerar que este Talleres está en formación y que hay varios jugadores que todavía se están conociendo y aprendiendo a tutearse adentro de la cancha.

Si la impaciencia comienza a ganar a sus hinchas, cuando apenas van tres fechas y el equipo está invicto, seguramente el camino se hará aún más em­pinado y dificultoso. Hoy estos tres puntos saben a poco, pero no es esa la cuestión principal. Talleres puede perder mucho más si su DT no revisa y corrige los costados flacos que despuntaron en los juegos con Sarmien­to y Douglas Haig, que también habían aparecido ante Estudiantes por la Copa Argentina y que ayer irrumpieron con más énfasis.

Pero no todo fue negativo en la tarde de ayer. El equipo comenzó a mostrar “cositas” interesantes con la pelota parada. Pero, además, no perdió en un partido en el que pudo haber besado la lona por toda la cuenta.