El frío dominó el clásico. Un gol del misionero desequilibró un partido con escasas emociones en la helada tarde del Chateau.

Se habían consumido 82 minutos de uno de esos clásicos al que uno quiere bajarle el telón antes de los 90 reglamentarios. Con frío afuera y adentro de la cancha, en una postal demasiado atípica para un derbi caracterizado por la pasión de sus contrincantes.

Unos 35 mil espectadores intentaron ponerle calor a una de las jornadas más heladas del año, pero hasta el más valiente af lojó contra la realidad que indicaba el mercurio del termómetro. Y a tono con la tarde, acusaciones mutuas de “pecho frío”.

Entre la adversidad climática y lo poco que se ofrecía desde el campo de juego, más de uno pensó que no vendría mal cristalizar en hechos el anuncio hecho por el locutor oficial, recordando la amenaza de suspender el partido ante la ya reiterada y condenable costumbre xenofóbica de la hinchada de Talleres. Pero la cosa no pasó más allá de un par de interrupciones, hasta que los discriminadores (varios miles) cambiaron la letra de sus canciones a versos más felices.

Y cuando ya eran muchos los que maldecían haber malgastado su tarde en llegarse a “pispear” un amistoso de pretemporada, a Gonzalo Klusener, que hasta allí había estado inadvertido, se le ocurrió romper el hielo con un golazo de otro partido.

A partir de allí, los de la Willington sudaron saltando y celebrando el tanto del misionero, mientras que los de la Artime subieron la temperatura con la calentura derivada de una nueva derrota en el clásico y de las situaciones perdidas que pudieron cambiar su suerte.

“Qué lástima que no fue gol en contra el cabezazo de (Jesús) Nievas en el travesaño. Me hubiese dado el título de la nota: Casi nieva”, sostuvo irónicamente un colega en referencia al tema ineludible de la tarde: el frío (Nota albiazul: error, el cabezaso fue de Vera). Al final, el clásico 390 fue para Talleres que, además de acortar la brecha de triunfos con el rival de toda la vida a sólo una victoria (132 a 131), prolongó la dulzura de sus momentos felices a 19 partidos sin perder (entre oficiales y amistosos). Nada mal para entrar en calor.

Fuera de juego


Lamentable. El partido se interrumpió unos instantes, cuando se jugaban 36 minutos del primer tiempo, a causa de los cantos xenófobos de la hinchada de Talleres. Juan Pablo Pompei tomó la determinación a sugerencia del cuarto árbitro, Juan Pablo González. También hubo reiteradas advertencias desde los altavoces del estadio, pero los cánticos se repitieron; esta vez, sin que Pompei lo advirtiera.

Convocatoria. Se recaudaron 2.058.990 pesos. Se vendieron 28.107 entradas, de las cuales 14.910 correspondieron a Belgrano y 13.917 a Talleres. A eso hay que sumarle los tickets de protocolo, con lo que la convocatoria fue de 35 mil espectadores.

Preliminar. Se enfrentaron las selecciones de Primera División y de la Primera B de la Liga Cordobesa de Fútbol. El triunfo correspondió a los de división de ascenso por 3-2, con goles de Xavier Pedrosa, Alejandro Zamora y Axel Rodríguez para los ganadores, que se adjudicaron el trofeo que la Liga puso en juego. Juan Arce y Kevin Mariño anotaron para los derrotados.

Agenda celeste. El plantel de Belgrano volverá al trabajo mañana, en horario matutino, en el predio de Villa Esquiú. Para el sábado está programado un partido de práctica con Instituto, con acceso sólo para la prensa.

Agenda albiazul. Jugadores y cuerpo técnico se reencontrarán el martes por la tarde en el predio para retomar los entrenamientos. El próximo domingo 28, la “T” jugará un amistoso ante San Lorenzo en el Kempes.

Homenaje a Brizuela. Antes del partido, se invitó desde los altavoces del estadio a realizar un aplauso como homenaje al periodista Víctor Brizuela, fallecido en 2009. Se escucharon aplausos y silbidos.