Presidente del Fondo albiazul. Habló de todo: la promesa cumplida a su hermano Ramiro, el descrédito sufrido por los años sin ascender, el desahogo, el anhelo de ser presidente, un trabajo “ad honorem”, Fassi y el futuro.

Fue difícil, pero ayer Rodrigo Escribano tomó distancia de su papel de cabeza del Fondo de Inversión y pudo mezclar sus dichos con los que emanan de su condición de hincha, de hijo, de padre, de hermano y de esposo. Lo logró. Pero luego, la charla se dirigió al ascenso, al presente y al futuro.

–¿Se disfrutó el ascenso?
–No. Fue un desahogo. Me saqué una mochila muy pesada. Nos fuimos con mi mujer e hijos unos días de vacaciones. Fue un año intenso, sin horarios ni descanso. Quizá el festejo sea cuando estemos en Primera. Con la quiebra levantada y las elecciones. Eso sería histórico. Hoy, el ascenso fue sólo un desahogo. Pero si no lo lográbamos se hubiera perdido parte de nuestro trabajo y se hubiera retrocedido.

–¿Hubo promesa?
–El recuerdo de mi hermano Ramiro, mi viejo Florencio, mi familia me llevó a poner todo. Soporté la crítica, el descrédito. Hice una promesa a la memoria de mi hermano. Teníamos que darle una mano al club. La impotencia que generaba que descendiera al Argentino A, que estuviera gerenciado y mal administrado y con versiones de que había corrupción. Cuando empecé a estudiar en la facultad, y no sabía ni siquiera que quería ser abogado, le dije a mi hermano: ‘Yo trabajaré hasta los 40 años y luego quiero ser presidente de Talleres’. Pero era un sueño lejano. Era sólo hincha y socio. A los 40 años la vida me puso frente al ascenso y ante esta situación que he vivido en estos tres años... Mi hermano era mucho más pasional que yo con Talleres. Habíamos estado cerca de la administración en el cogobierno del primer fideicomiso con “los notables”, en 2005, y estuvimos a un paso de tomar la administración del club. Mi hermano no entendió por qué no lo hicimos. “Tiene que haber una solución”, nos decía Ramiro. Y el último día que lo vi, el 26 de enero de 2008, estuvimos juntos y hablamos de Talleres. En el asado le decía a mi viejo que había que hacer algo... Al día siguiente, le hice la promesa, en silencio, que iba a ayudar a que el club mejorara.

Lo que viene

–¿Qué Talleres se viene?
–El Mundo Talleres es mucha exigencia. Hace mucho que venimos diagramando el plantel de este año más allá de la categoría en la que estuviéramos. Se nos demoró un poco la rescisión de contratos. Pero el mercado no estaba fácil, chocamos con Independiente e Instituto. Ahora falta poco. Y seguimos con una modalidad en la que hay un estudio minucioso de cada jugador. No garantiza que vaya a funcionar, pero tiene un fundamento. Promesas no hago. El año pasado dije que había que ascender, pero el contexto es distinto. Hay que consolidar el crecimiento y apuntamos a lo más alto posible. Siendo el primer campeonato tenemos que hacer 50 puntos para mantener la categoría y 60 o 65 para ascender. Están pegados. Nos exige apuntar a lo máximo.

–Del Comité Asesor fallido a los fracasos posteriores, se fue a este ascenso. ¿Cómo se logró?
–Queríamos profesionalizar la contratación del plantel. Por eso llegó Maximiliano Salas, tras el Comité. Las decisiones las tenían que tomar los especialistas. Se logró. Sentí impotencia tras la eliminación ante Crucero. Por la gente. Fue duro.

–¿Qué porcentaje del ascenso fue de ustedes?
–Fue un trabajo en equipo.

–El fracaso lo asumió el Fondo...
–Los hinchas y los dirigentes son los que quedan.

–Nació el “penal para Talleres”.
–Quizá un penal nos haya beneficiado. El resto fue. Pero el año pasado nos quedamos afuera por tres fallos equivocados.

–En la etapa anterior a la quiebra de 2004, los Escribano controlaban el aporte de Roggio al club, ¿no pudieron hacer nada?
–Transmitíamos lo que veíamos. Era parcial. En la etapa posterior, seguimos de cerca lo que pasaba y tuvimos entredichos con el primer fideicomiso. No encontramos una manera de ayudar con un proyecto. Había intereses contrapuestos. Recién se logró en 2010 con el Fondo de Inversión de avalar con sus bienes al aporte. Y aportar logística. No pagamos la deuda, pero se aportó la gestión para el cobro del dinero de Pastore. No había ni una cucharita. Se las habían llevado.

–¿Qué sigue?
–Talleres tiene que aprender de sus errores. Debe consolidar un modelo de gestión. Esté quien esté.

–Es excepcional que haya tipos que inviertan y no quieran recuperar. ¿Ese modelo sigue?
–El modelo es con gente profesionalizada en cada área, especializada y hay que rendir cuentas. Puede haber gente que trabaje ad honorem. Lo hago como otros y hay quienes cobran porque dejaron su actividad por el club. Tiene que llegar un momento en que el club, por su producción y la venta de jugadores, pueda equilibrar sus finanzas. Que se autosustente. Hay que sembrar e invertir en inferiores. Son cuatro, cinco o seis años. De hecho se está viendo hoy. Antes de iniciar un campeonato hay pedido de cotización por varios. En cuanto al Fondo nadie reclamará y, si se hace, será sólo si hay utilidad. Hubo aportes extras a los ocho millones en tres años, y en su momento se planteará qué se hace con eso en el juzgado. El compromiso fue seguir aportando hasta el saneamiento.

–¿Te ves como presidente?
–Sería un enorme orgullo. Pero eso lo definirá el grupo de trabajo. Hay que continuar con la idea y el proyecto. No con las personas.

Sale Roggio, ¿Fassi ya?

“Fassi hizo una propuesta integral y abarca todas las áreas del club. Símil Pachuca. Le pedimos que precise su propuesta. La formación del plantel nos impide hacer un análisis profundo. Pero el proyecto es superador al actual, en virtud de una inversión muy fuerte. Pero habrá que ver si esto es posible desde lo jurídico dentro del estatuto, sea aceptado por los socios y se garantice la evolución de esos capitales. Hay que buscarle el camino para que Talleres dé un salto de calidad. Con una inversión fuerte, se pueden acortar plazos para que Talleres sea un club de punta en inferiores, producción de jugadores, en profesionalizar en todos las áreas. Hay que ver si esto es posible”, dijo Escribano, sobre el proyecto que tiene un plazo que va al 30/11.

–¿Un proyecto valdrá lo mismo que trabajar el padrón? Sólo cinco mil socios decidirán en 2014.
–Es lamentable que el padrón esté contaminado con gente que no es genuina de Talleres y que vaya influir en una elección. Pero si se consagra a un candidato ilegítimo, el pueblo de Talleres lo va a condenar.

Riaño y el conflicto con Grillo

“He defendido al club. Quizá Grillo (representante de Riaño) no esté acostumbrado. Personalizó en mí cuestiones del club. Tiene una manera de manejarse y a Talleres no le conviene. Se equivocó. Con el tema Riaño faltó a su palabra y acudimos a la Justicia. Si hubiera querido, se solucionaba. Le cambié el interlocutor 20 veces. No logramos que reconociera los derechos de Riaño, una víctima de esto. Pero mantuvimos la distancia con los jugadores que tiene.

–Pero antes todo estaba mejor con Grillo. ¿Qué pasó?
–Hubo un cambio de actitud de él. Cuando hicimos uso de la opción por Riaño, se llevó el pago y no rindió cuenta de esto; percibieron el préstamo de San Martín (SJ) y no lo rindieron. Generaron situaciones en las que se desconocieron los derechos de Talleres. Negociaron opciones de compra como si no tuviéramos derechos. Cuando se compró el 50%. Se produjo el primer daño cuando lo presta a San Martín y ahora a Boca, supuestamente sin cargo. Por eso la medida de no innovar. Se intenta parar este daño.