La opinión de Jorge Nahúm sobre el ascenso de Talleres.

Talleres sacó pasaje al ascenso, se subió al colectivo y empezó a pegar la vuelta. Ese ómnibus pintado de azul y blanco, desbordado de azul y blanco, es la mejor metáfora para el regreso. Como también al alegoría del globo aerostático que al final no despegó. Por suerte para la multitud, el equipo sí lo hizo y ascendió.

Un viaje colectivo de larga distancia, porque el Argentino A fue travesía de cuatro años que parecía eterna. Por rutas ignotas, inhóspitas, con paradas difíciles y estaciones desconocidas, donde esperaban equipos inverosímiles. Un largo viaje por senderos zigzagueantes, lleno de baches, por caminos de cornisa. Sin puentes a la vista y por vados peligrosos. Una aventura no deseada pero que, como todo viaje, deja aprendizajes, lecciones de vida, marcas imborrables.

Dar el volantazo, conducirlo por la buena senda, no chocarlo más. Ése era el desafío. Y por eso se llenó el bondi azul y blanco de la vuelta olímpica. Empujado por el aliento de un monstruo de 60 mil gargantas, por el corazón de un pueblo embanderado en esos dos colores, por el galope de tantas ansiedades e impaciencias. Las broncas contendidas quedaron abajo, las amarguras, las frustraciones. Sólo subieron la euforia y el goce del deber cumplido. Y corriéndose para el fondo que hay lugar y tienen que subir los 60 mil del Kempes (el lunes, más Matador que nunca), los miles del Patio Olmos, los innumerables de tantos rincones del país.

Y allá va el colectivo azul y blanco. En las manos de Aguiar, en el sabio manejo de Villarreal, en la conducción del Tin Díaz, en la muñeca de Carabajal, en el pie a fondo de Bottino, en el tanque lleno de goles de Klusener, de Velasco.

Allá va el colectivo azul y blanco. Siguiendo la huella en el pasto del mismo estadio del ascenso del ‘98, de la Conmebol, de tantas gestas que parecían estacionadas, enmohecidas por la pátina del recuerdo. Ahora fueron pulidas y lustradas, ahora hay nafta para seguir adelante. Para completar el recorrido. Después de tanta huelga de bondi que no paró a los hinchas, y de los paros cardíacos frenados a duras penas, y del paro de la UTA que los parió, Talleres va. Siguiendo su destino de grandeza.