En este proceso de cuatro temporadas Agustín Díaz las pasó difíciles, pero terminó siendo fundamental para el plantel.

¡Por fin, “Tin”! Cuatro temporadas en el Argentino A habían sido demasiadas para vos. Fueron 105 partidos jugados en esa categoría, unos 2.040 minutos y una tonelada de sufrimiento acumulado en un torneo que, para vos como para otros jugadores del club que comenzaron a sufrirlo desde aquel fatídico 2009 en que descendió, fue un tormento que llegó a su fin.

Agustín Díaz, el de Carlos Paz, quien anteayer cumplió sólo 25 años, es uno de los jugadores del plantel albiazul que más derecho tiene acreditado para festejar el anhelado ascenso a la Primera B Nacional.

Las debió pasar difíciles en todo este tiempo. Cuando recuerde que le tocó debutar en el partido inicial del Apertura 2009 del Argentino A, frente a Juventud Unida, en aquella derrota por 2 a 1, y repase todo lo que se le vino después hasta poder plasmar el regreso a la segunda división del fútbol argentino, seguramente se le escapará más de un lagrimón. “El Tin” sólo había podido jugar unos pocos minutos en la B Nacional 2006/2007, y todos los recuerdos que pueda tener desde entonces son relativos al suplicio que fue para Talleres transitar cuatro años en este campeonato.

En todo ese lapso “el Tin” vio pasar como técnicos a Saporiti, Rebottaro, Arzubialde, Coleoni, Bianco y a Sial le. Y fue el “Chaucha” Bianco quien lo rescató cuando prácticamente tenía un pie afuera del plantel, y para que no perdiera su lugar le encontró un nuevo puesto. Del puesto de enganche en el que se desempeñó desde las inferiores albiazules, poco más de una déc ada at rás, Bia nco decidió reubicarlo como doble “5”. Fue en ese lugar de la cancha donde encontró su espacio y rindió a un nivel más que elevado.

Con la llegada de Sial le, Agustín tuvo que pelearla para conseguir la titularidad, pero una vez que la logró no la soltó más. No le cayó del cielo. Llegó además de la mano de un proceso de maduración personal que le hizo cambiar su perfil de juego. Si hasta hizo reiki para fort a lecerse ment a l mente. De aquel enlace un tanto tímido, que se inhibía y hacía un juego demasiado horizontal, apareció otro futbolista. Uno más decidido, osado y encarador, que se atrevió a jugar de una manera más vertical a partir de la confianza que le dio “Cacho” y que le sostuvo durante todo el campeonato.

“Siempre digo que el clic lo hice a partir de recuperar la confianza y por el apoyo que me dieron el técnico y mis compañeros. Todos me hicieron sentir que podía, y afortunadamente pude devolverles en la cancha esa confianza”, le dijo no hace mucho tiempo a Mundo D.

“El Tin” no es un goleador, pero siempre se las arregló para estar cerca de Olego, Klusener y cualquiera de los otros futbolistas albiazules con más capacidad de convertir en el arco contrario. Y le agregó a su buen juego, una dosis de sacrificio en la recuperación de la pelota que antes no tenía.

Así, de a poquito, se fue convirtiendo en un jugador indispensable para el plantel. Y también para el grupo, por sus cualidades de buen chico y amabilidad en el trato diario.

“Este Talleres hará historia”, había declarado unos días atrás. Y tuvo razón Agustín, la “T” hizo historia.