El entrenador asumió el 14 de noviembre de 2011 y condujo al equipo al ascenso más buscado. Antes, “el Gigante” logró subir a la B Nacional con Independiente (Mendoza) y Brown (Madryn).

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Foto: Alejandro Tiraboschi.

Cada habitante del Mundo Talleres tiene una historia. La de Arnaldo Sialle es la del DT que lo condujo al tan ansiado ascenso. El 14 de noviembre de 2011, el día que “Cacho” dirigió su primer entrenamiento en Talleres, modificó para siempre su lugar en el planeta “T”. Su imagen era la del tipo que condujo a Brown ( PM) al 5-1 sobre Talleres en la Boutique, el 24 de abril de 2010. Histórico para sus dirigidos (el plan de tres delanteros), porque así se encaminaron al ascenso; inédito también para Talleres: nunca lo habían goleado así y eso lo dejaba al borde de la eliminación del nonanogonal, principio de otro fracaso que se consumó, tiempo después. El día que había sorprendido a Gustavo Coleoni, entonces DT de Talleres, quien había subestimado, como muchos, lo que ocurría en la Zona Sur.

Sialle era el gigante que, tras esa gesta, se subió al ómnibus modelo 1992, que manejaba el padre de un jugador de Brown, sin pestañear y se acostó en la cucheta para recorrer los 1.200 kilómetros de vuelta. Austero, pero concreto, fue la imagen que le mostró a Talleres. Se adaptó a lo que tenía como cuando logró ascender a Independiente Rivadavia de Mendoza, tras dos finales en las que relevó a Roberto Trotta, en 2007.

Desde noviembre de 2011 el exzaguero de Newell’s, de Central Córdoba y DT alterno de Dalcio Giovagnoli en Belgrano, cambió de lugar: asumió para ser quien debía llevar a Talleres al ascenso. “Sé lo que es Talleres. Esa cuestión del paso a paso, de que el proceso, el proyecto, no existe. Y menos en Talleres”, fueron las primeras palabras de Sialle. –¿Va por el ascenso? – No. Primero hay que clasificar. Después vemos.

Sialle heredó el equipo de José María Bianco, quien hizo el 33 por ciento de los puntos. A un año de ese hecho, sumó el 50 por ciento, fue eliminado en Copa Argentina (ante Colón), también en el Argentino A (fuera de la carrera del ascenso directo y luego de ir a una promoción) y finalizó segundo en la Zona Norte, al cabo de la primera rueda. Jugó a lo que pudo en el primer tramo y, luego, cuando la condición física se lo permitió (gran trabajo del PF Adrián Navarro, también DT), el plan fue más agresivo.

Puertas adentro convenció por su honestidad. Fue el que más duró en el Argentino A. “Juega el que mejor está”, dijo el gigante. Le dio la misma oportunidad a foráneos y a propios, como nunca antes pasó. También fue duro por igual. Sancionó a Favio Álvarez y a Lucas Farías porque llegaron tarde a una práctica y hace poco a Gabriel Carabajal, que faltó sin aviso y se quedó un partido fuera.

¿Lo mejor? El ascenso histórico, la clasificación siendo el mejor de los 25 equipos con el 69,69 por ciento de los puntos, aquel primer pase al undecagonal cuando nadie daba mucho y con un promedio de seis jugadores propios entre los titulares. Consolidó a Carabajal y Leyes; rescató a Requena y Díaz; potenció a Trulls.

Sialle cultivó un perfil bajo, que pocas veces abandonó. “No podíamos levantar las piernas en el complemento”, supo decir tras un 1-1 con Central Norte. Se enojó con Marcelo Bonetto, cuando el entonces DT de Racing le dijo que la “T” no debía especular y respondió: “Yo no tengo ningún problema en arreglarlo dónde sea y cómo sea”.

Su altura y su físico intimidaron a muchos apenas lo veían aparecer. Pero no a todos. Un día, en cancha de Crucero, le pegaron con un proyectil y lo acusaron de teatralizar todo con su posterior caída. “Y encima me encerraron en el vestuario con cuatro policías. Fue real e increíble. Nunca me había pasado”, supo recordar.

Como otras tantas veces, Sialle se fue a su patria chica a recargarse. En Rosario, se reparte entre su mujer, sus cinco hijos, entre ellas la pequeña Isabella, y el bar. “Voy con mis amigos de siempre. Hay de todo. De la infancia, otros del fútbol. Hace 15 años que nos juntamos en el bar”, supo comentar. –¿Vas mucho al bar? – Es mío. Se llama El Granero. Lo tengo hace 15 años. Hablamos de Talleres. Todo bien.

Manejó bien la exposición en el Mundo Talleres. Un día se molestó con un 0-1 frente a Tiro, en el Kempes, una de las cuatro derrotas de su ciclo. “El equipo no apareció. Acá los depresivos se tienen que quedar en la casa. ¿ Nuestras expulsiones? Son equivocaciones”, sentenció. Finalmente, tras el 1-1 en San Jorge en la etapa clasificatoria, y las críticas del inversionista Ernesto Salum al equipo (“Se viene jugando mal y damos ventaja... ¿Cómo se revierte? Hay que preguntarle al DT; jugadores hay”), “Cacho” dijo: “A ver... Yo no flaqueo. En algún momento me voy a ir de este club, pero antes vamos a ascender. La buena campaña no sirve. Lo único que sirve es ascender y nada más”. Y así fue. El Mundo Talleres deseaba el ascenso y Sialle fue el que condujo al equipo a ese objetivo postergado.

El cuerpo técnico
Además de Sialle y el PF Navarro, el cuerpo técnico se integró con los ayudantes de campo Héctor Chazarreta y Víctor Heredia (ambos exjugadores de la “T”), el DT de arqueros Gustavo Irusta, el médico Julio Ferreyra (también lo asistieron Mauricio Escrivá y Armando Lío), el kinesiólogo Pablo Renzi, el jefe de equipo Lucas Yaqué, los masajistas Lorenzo Coronel y Lucas Garcías, más el utilero Juan Chávez.