Es hora de que se revisen muchos aspectos en el Consejo Federal de AFA de una vez y que dejen de imperar las suspicacias, las especulaciones y otros condimentos que solo le otorgan informalidad al las categorías de ascenso del interior del país. El Argentino A, B y C cada fin de semana en etapas de definiciones, muestran algunos vacíos que no se condicen con la deportividad y el reglamento para ser para aquel que de mejores reflejos y contactos en las esferas organizativas. Por eso, el torneo representa un infierno para muchos, no sólo por los inhóspitos de los escenarios, sino por todo el entorno.

A saber: En cada fin de semana, los equipos punteros mueven cielo y tierra para sacar de sus localías a los equipos que visitan. Por razones de seguridad, se clausuran tribunas, obligando a mudanzas, y eso solo dejan a tejer conjeturas de acuerdos no muy claros.

Que siga la novela del escenario del desempate Racing y Alumni de Villa María, por encima de las 72 horas que indica el reglamento, que mientras Talleres quiere sacar a los equipos de sus canchas y estos, no le permiten acceso a los hinchas albiazules, y con algunos arbitrajes que solo aportan más oscuridad a la claridad, dejan como postre, un coctail poco envidiable.

Lo mismo en el Argentino B, con esos escandalosos 21 descensos y ascensos, que sólo por capricho de aquellos que quieren hacer creer que AFA es Federal, inventaron un equipo con ¡100 equipos! El Argentino C esta vez fue la de mayor cantidad de miembros: la cifra 344 con selecciones a dedo, partidos que no fueron terminados por violencia entre hinchas, y por que los estadios no contaban con las mínimas garantías y con deserciones en las participaciones por no contar con el presupuesto económico. Semiprofesional dentro de la cancha, amateur por fuera, incluidos los organismos de organización, el Argentino A tiene una magia especial para aquellos románticos del fútbol callejero, pero para la formalidad, sigue siendo una falta flagrante.