Ring Ring. La T se traía en un empate. Pero en el minuto final de los 11 adicionados, Balvorín facturó. Mucho premio para los de Ramacciotti.

En la última pelota del último partido del año, Talleres se quedó sin nada. No merecía perder, pero Gustavo Balvorín le arrebató todo al final y San Martín se quedó con un 1 a 0 por demás valioso, ya que lo pone a dos puntos de los albiazules.

Había empezado mejor la T. Por las corridas de Bottino, por la presión continua, por la ambición evidente, tomó las riendas del partido y sorprendió al Santo, también con las proyecciones de Santos.

A los 10, Olego armó la primera clara y el Tin Díaz disparó, apenas desviado. Tres minutos después el que se salvó fue Aguiar ante un cabezazo de Bustos que no pudo empujar a la red el Negro Molina.

De todos modos Talleres estaba decidido a atacar, sobre todo porque la defensa local no ofrecía garantías, y a los 21 lo tuvo Klusener pero Carreras ganó el mano a mano contra el goleador.

Al promediar al etapa, Cacho reacomodo el sistema, con Bottino retrasado al medio y Díaz volanteando por izquierda. Y a cinco del final generó otra concreta, con una bomba de zurda de Chávez que explotó en el travesaño. En esa primera etapa el Albiazul fue más y si se iba al descanso en ganador no habría estado mal.

Tras el descanso, la T bajó la intensidad, en parte por la sofocante temperatura. Ya no se veía tan determinado como al comienzo para buscar el área rival.

A su vez, San Martín sólo inquietaba con las pelotas paradas y por la sensación de inseguridad que transmite Aguiar. Además, Balvorían y el Ratón Ibáñez (38 años) eran pura maña, controlados por la sólida zaga Nievas-Trulls.

Minutos fatales. El partido no tenía dueño y encima el árbitro debió detenerlo porque desde las tribunas cayeron bengalas y se incendiaron varias serpentinas. Estuvo interrumpido cinco minutos y Arco adicionó 11, fatales.

Cacho Sialle trató de dar un golpe de timón y puso a Olivera para hacer dupla con Klusener y ganar peso ofensivo porque en lo que iba del complemento Carreras había sido espectador de lujo.

Tampoco el Ciruja rompía la medianía, más allá de la voluntad de Molina, a quien le anularon un gol. La única que tuvo Balvorín, de cabeza, encontró una acertada respuesta de Aguiar. Y acto seguido Ring-Ring se hizo expulsar pero el árbitro volvió atrás en la decisión a instancias de su asistente.

La última de la noche para la T estuvo en los pies de Klusener, y la tiró afuera. Y si un goleador así no podía romper el cero, parecía que quedaba en cero.

Claro que había otro goleador en cancha, Balvorín, y el de San Martín no perdonó.