Lo dio vuelta. La T debía disimular ausencias y tuvo que remontar un partido difícil. Ganó y sacó siete de nueve puntos en Córdoba.

Después de perder feo en Salta, el objetivo propuesto por plantel y cuerpo técnico era obtener al menos siete de los nueve puntos que se venían y que se disputaban en Córdoba. Y ayer, con un 3 a 1 en el que terminó resolviendo fácilmente un partido que se le había presentado complicado, completó la cosecha del triunfo sobre Central Córdoba y el empate con sabor a victoria (por alcanzarse al final y porque era lo mínimo que merecía) ante Racing.

Primera misión cumplida. Contra Guaraní Antonio Franco, además, Arnaldo Sialle debía reemplazar al distinto del equipo, Gabriel Carabajal, el cerebro que desequilibra y es el as en la manga; y también al goleador, a Gonzalo Klusener, un delantero que la mete y juega. Y por si fuera poco, también a Ezequiel Brítez en una defensa que, por primera vez en mucho tiempo, no se tocaba porque mostraba una solidez tan necesaria como desacostumbrada en barrio Jardín. El DT apeló a Franco Olego, quien respondió con gol y fútbol en el segundo tiempo, llevando la 10 de Carabajal en la espalda y arrancando aplausos. También a Alexis Olivera, otro que hizo lo suyo al convertir el tercero, y aunque su labor no fue tan lucida, cumplió con lo suyo frente al arco. Y en la defensa, Nicolás Trulls supo sobreponerse al comienzo dubitativo de todo el equipo, se complemento con Jesús Nievas y entre ambos maniataron al peligroso ex Juniors, Ezequiel Gaviglio. Había que disimular ausencias demasiado importantes, y Talleres lo consiguió por su actuación del complemento.

Segunda misión cumplida. Por otra parte, este Talleres que venía de menor a mayor hasta esa derrota en Salta (por ahora, la única), debía demostrar que había sido sólo un tropiezo. Que tenía respuestas futbolísticas y físicas para volver a la buena senda. Que va adquiriendo el aplomo y el carácter imprescindibles para marcar presencia en un torneo donde la camiseta y la historia no alcanzan. Que confía en sus fuerzas y en la paciencia que va adquiriendo para acomodarse y remontar partidos, como le ocurrió ante los misioneros, superiores en fútbol, en actitud y en el tanteador en la primera media hora, y como le había sucedido contra Racing, 0-2 abajo. El Talleres de Sialle debía, y debe, demostrar que puede ser protagonista más allá de los nombres propios. Y en la victoria de ayer dio un apreciable paso adelante.

Tercera misión cumplida. Y algo más. Tal vez sutil pero no por eso soslayable. Talleres venía de una fiesta descomunal, de hacer bandera en una noche inolvidable, colosal, gigante. Y muchos de sus jugadores habían quedado deslumbrados con las luces del camino al centenario. Y no había que aflojarse, había que jugar por lo porotos y a la vez, para festejar como era debido el cumpleaños. Y evitar que el rival, que trajo toda la intención de convertir esa fiesta en resaca, no aguara la fiesta. Y el conjunto albiazul pudo poner la cereza en la torta de su semana cumpleañera con una victoria al final legítima.

Cuarta misión cumplida. Frente a Guaraní Antonio Franco de Misiones, Talleres cumplió con todas las misiones previstas. Ninguna fue misión imposible y, por eso, se hace la película.