Obligación. Talleres deberá cambiar en Posadas su perfil de equipo “empatador”. Si no gana, jugará su cuarta temporada en el Argentino A.

Hasta el de ayer frente a Crucero del Norte, cada empate de los cuatro consecutivos que venía de conseguir le supo a Talleres como un puntito salvador. Pero la igualdad de la víspera en la fría tarde-noche del Kempes con tra el Colectivero misionero, el cuarto en lo que va de la temporada frente a ese rival, lo dejó con un regusto a insuficiente.

El agónico empate 1 a 1 que consiguió frente a Racing el miércoles pasado, que le permitió pasar a la quinta fase, nada tuvo que ver con el de ayer, debido a que estará obligado a ganar el próximo domingo en Posadas y deberá archivar la receta del puntito salvavidas para mejor ocasión. Mientras uno tuvo sabor a hazaña, el de ayer les dejó a los hinchas albiazules la garganta con arena.

A tal punto que la bronca de sus hinchas, que comenzó a emerger a la media hora del complemento y que desde minutos antes había apuntado hacia un par de jugadores albiazules, no tardó en hacerse sentir con más energía ni bien Darío Herrera pitó el final del partido.

Bien valdría preguntarse si semejante histeria y los insultos con los que fue despedido el equipo, con epítetos más propios de hinchas de “la contra” que de los propios, se corresponden con lo que es Talleres desde lo estrictamente futbolístico.

Siempre queda esa sensación de que las expectativas, en algunos casos desmedida, que pone el hincha albiazul en su equipo, no va en la misma sintonía de una escuadra que comparte la misma medianía futbolística que el resto de los que participan en el Argentino A. Y que, por otra parte, está tratando de ascender a la Primera B Nacional por la puerta del fondo.

Talleres tiene una historia y una chapa de grande que sólo en contadas ocasiones pudo hacer valer en el Kempes, en esta, su tercera temporada en el Argentino A. Mencionar lo que sufrió con rivales como Gimnasia y Tiro, Santamarina de Tandil o el mismo Defensores de Villa Ramallo en el Kempes, eximen de mayores referencias.

Y, paradójicamente, Talleres consiguió sus mejores resultados fuera del nuestra provincia, lo que le permite ilusionarse con alcanzar la hazaña del triunfo en Posadas, donde empató 1-1 los dos últimos partidos que jugó frente al Colectivero.

Todo puede pasar. De recuperar el juego, el desequilibrio y la contundencia que le faltó ayer, lo que a sus enardecidos hinchas hoy les parece una quimera, ganar en Guarupá, puede convertirse en una realidad. Aunque para lograrlo, Talleres también deberá recuperar la actitud arrolladora que tuvo en el segundo tiempo del partido del pasado miércoles frente a Racing.

En definitiva, esto es fútbol, dinámica de lo impensado y todo puede pasar. La serie quedó abierta, aunque la ventaja deportiva lo favorezca a Crucero. Si la pelotita entra antes en el arco del veterano Gaona antes que en el de Requena, otra puede ser la historia. “Estamos sólo a un gol”, dijo Sialle con razón a medias. Es que si se ocurre meterse antes en el arco cordobés, habrá que ir pensando en el próximo torneo.