Decepción. La T no ganó y desperdició la chance de subirse a la punta. Jugó mal y le faltó un valor agregado para dar su salto.

Siempre la misma vos. Siempre. Sabés que tenés facha. Pero a veces eso no alcanza. Sabés que tenés buena pilcha, pero eso no basta. Sabés que la manejás, que la podés dibujar de vez en cuando, pero sabés que después es algo que, a la larga, se te cae.

Porque te falta esa parla que te da el saltito de calidad. Y sí, a la facha, a la pilcha, a la actitud hay que acompañarla con parla. Con un buen filo. Y es lo que te falta.

Porque te faltan esos cinco pa’l peso Talleres. Ese poquito que hace que todo se cocine como a vos te gusta. Y por eso ese empate de ayer 0-0 ante Defensores de Belgrano de Villa Ramallo es como ese minón que dejaste pasar, en tus narices, sólo por no decirle lo que tenías que decirle. Nada más. Ni agarrarla del brazo. Ni acariciarle el cabello. Una frase, esa que te acompañe para bajarle la caña.

Pero no. Tenés cancha. Tenés gente. Tenés historia. Tenés equipo. Tenés jugadores. Tenés una institución. Tenés un aguante de esos que nadie tiene. Ni muchos equipos de la B Nacional. Ni algunos de esos que juegan en la Primera. Pero a vos, con este Argentino A que es como caminar con un solazo en contra cruzando el desierto, a vos no te da más para ese saltito de calidad. Esa parla. Ese juego, esa idea, ese plan. Lo que te falta. Talleres tenés todo, pero no tenés nada. ¿Por qué? porque te falta ese cachito. Lo que sea, una jugada, un toque y una pared. Y un gol. Un maldito gol que te haga pegar un salto. Te falta ese poquito, ese puñado, esa pizca que te detiene y que te clava y que te hace sufrir. Que te hace pensar qué carajo será de vos. Si en junio vas a descorchar alguna botella. Si vas a tener que caminar otra vez mudito, con la cabeza gacha, rumbo a la oscuridad de ese rincón que te castiga en una categoría que no te la bancás más. Ni vos, ni nadie.

Pero te falta eso, qué se va a hacer. Lo que tuviste la semana pasada en San Francisco y le pintaste la cara a Sportivo. Lo que tuviste en Salta cuando te fuiste de levante ante Juventud y clasificaste.

¿Será posible? ¿Será que siempre pasa lo que pasa siempre? ¿Por qué Talleres? ¿Por qué?

Pateando papelitos se van los hinchas del Kempes. Con esa bronca masticada...otra vez. Con ese cachetazo que pone tensa la mejilla... otra vez.

Para subir en serio... ¿Vos querés ascender? ¿En serio querés ascender? No, así no. Y no... estás loco si pensás que te las vas a ganar a todas. Porque lo que esperan de vos es que hables. Que parles. Que devuelvas una vos. Y no lo hacés.

Mirá, te la voy a cantar de entrada. Si no ponés lo que tenés que poner, en tu casa, ante los tuyos, te vas a quedar doblado sentado en tu propia tristeza. Porque ahí cuando te tienden el mantel para que comas con las palmaditas en tu espalda, lo único que hacés es quedarte quieto. Y vos tenés que masticar, como los chicos, mimado por 30 mil locos. Para que mastiques. Nada más. Pero no, lo único que hacés es dormir, bostezar y jugar con el morfi en el plato. Y lo tenés ahí. Ahí, ¿no lo ves?

Entonces cantale la justa a todos. A los Rezzónico y a los Ledesma. A los Requena, a los que saben de lo que se trata como los Carabajal, los Díaz y los Leyes. Esos que mamaron en barrio Jardín. Decile a esos Strada o a los Álvarez que tienen la papa ahí adelante. Que Sáez y Riaño se metieron treinta y pico de goles y que están con la locura que todos tienen. Tírenle algunas más. Porque así no va. No quedan muchas chances. Y eso que los otros equipos juegan, meten, ponen y hacen también lo suyo.

Pero esos que hacen lo suyo , ponen, meten y juegan saben que no sos vos. Porque sólo vos sos Talleres. ¿Sabés lo que es ser Talleres y salir a jugarles a todos estos? ¿No te das cuenta qué sos vos? El de la facha, el de la pilcha, el de la onda. El que todos quieren mirar y al que todos le quieren ganar.

Pero vos no metés una parla, una frase, una idea, como para convencer un poquito. Y sino meté un zarpazo, un gol de calentura. Esos son también momentos y sabés que los necesitás. Pero estás ahí, sufriendo al vicio porque te falta, te falta cinco pa’l peso. Y así no alcanza.