Igualó con Central Norte y sigue fuera de la zona clasificatoria. El empate supo a poco e instaló la palabra preocupación en el Mundo Albiazul. El combo de problemas futbolísticos y físicos no estuvo ausente en tierras norteñas.

Talleres se fue al receso contrariado, cansado y casi sin reservas. Como aquellos púgiles que están golpeados y esperaban para ayer el tañido de la campana para cerrar un round malo y revitalizarse en el descanso para poder resurgir.

Ver a un equipo deambular en la cancha sin respuestas futbolísticas y menos físicas como fue el de la “T” ayer en el Padre Martearena dejó a todo el Mundo Talleres con una sensación de desazón evidente.

Inclusive a esos hinchas (unos 300) que se volvieron con las camisetas que ofrendó el equipo como para “pagar” en parte tanto aliento no correspondido.

Y cuando se dice todos, se habla de jugadores, cuerpo técnico y del único referente de la dirigencia que ayer estuvo acompañando al plantel en Salta, Maximiliano Salas, el asesor deportivo albiazul.

Ningún dirigente del Fondo de Inversión estuvo en la última presentación de Talleres en esta parte del torneo. ¿Toda una señal? Es la primera vez en todo el campeonato que hombres del Fondo que siempre estuvieron presentes en las presentaciones de visitante, como Rodrigo Escriba, Ernesto Salum, Hugo Bertinetti y Alberto Escalante, no acompañaron al plantel.

Talleres había llegado al partido de ayer en un contexto caldeado por numerosos rumores y preguntas sin respuestas. Y con las repercusiones lógicas determinadas por el sinceramiento del médico del plantel, Julio Ferreyra, quien blanqueó a Mundo D lo que los dirigentes y cuerpo técnico intentaban disimular.

El bajón integral por el que transita este plantel, que se manifiesta, primero, en lo físico, pero que esconde una falta de respuestas anímicas y de actitud que es difícil no reconocer.

En el valle de Lerma, Talleres respondió como un equipo con algunas muestras de personalidad y coraje solamente cuando le señalaron el gol, a los 43 minutos del primer tiempo. Cuando Tomás Armella convirtió el gol del Cuervo y Talleres salió con el empate de Sebastián Sáez, dos minutos después.

Luego, todo fue un insufrible y soporífero ir y venir en la cancha, sin ton ni son, sin un patrón de ideas futbolísticas y con la sensación de hastío. Esperando que se consumieran los minutos para llegar al fin del juego y al receso tan deseado.

Números y palabras. Desde la asunción de Arnaldo Sialle, Talleres acumuló un triunfo (2-1 a Libertad) y cuatro empates (1-1 con San Martín, Sportivo, Crucero y Central Norte). Un total de siete puntos sobre 15, de los cuales su DT esperaba más. “Debimos haber sumado cuatro puntos más, pero no se nos dio. Ahora, la cosa se pondrá difícil. Pero cuando asumimos, sabíamos de los riesgos que corríamos y que esto era posible”, dijo el entrenador rosarino, al cierre del juego.

Ni con José María Bianco ni con Sialle después, Talleres logró sumar dos triunfos seguidos. Y mientras no lo consiga, pensar en clasificarse entre los seis primeros será una utopía, más allá de cualquier opinión.

Inclusive las de los hinchas albiazules más optimistas. La preocupación es la palabra que hoy resume lo que siente todo el Mundo Talleres. Y llegó para quedarse.