El DT con el que descendió la T al Argentino A habla de aquel momento y de cómo ve el presente del club de barrio Jardín.

Roberto Marcos Saporiti es de esos tipos que siempre tiene algo para decir. Y, lógicamente (como reza su muletilla), discutir sobre lo que dice es algo que siempre se hace luego de que Saporiti abre la boca. Que lo niegue el hincha de Talleres, a quien todavía le explota en la cabeza la frase que el Sapo tiró hace unos dos años y pico, justo antes de la debacle total: “Talleres va a estar en Primera en 2012”.

El Sapo le afirma a Día a Día que a eso lo tiró antes de que le “quitara el saludo” a Carlos Ahumada, el gerenciador en ese junio terrible de 2009, cuando el descenso al Argentino A se caía de maduro. “Todo el mundo sabe que lo de Ahumada no fue lo esperado”, se defiende.

También cuenta que, con 72 años, no está trabajando pero que “siempre” espera un llamado con “alguna oferta interesante” para seguir haciendo lo suyo: ser técnico.

“Entreno cuatro veces por semana. El cuerpo me está funcionando diez puntos. Veo todos los partidos, voy a la cancha, estoy al tanto de todo. Estoy listo”, se vende quien no dirige desde aquel descenso de la T y posterior primera rueda en el tortuoso Argentino A.

Y antes de hablar del “pueblo tallarín (otra muletilla tan suya...)” le encanta hablar de otro tema general: la Selección. Pide: “Desde Bilardo para abajo se tienen que ir todos los que están trabajando en la selección. No logro entender como una persona como Menotti no está de alguna manera vinculada a la Selección. Porque, lógicamente, la Selección necesita al Menotti de ‘75, el que refundó el fútbol argentino”.

Talleres, hoy. “Lo que pienso del momento se lo pienso comentar a Aldo Roggio, con quien me voy a reunir alguno de estos días. Lo que puedo decir es que Talleres necesita una persona que conozca bien el paño, el fútbol”.

–¿Qué le queda del último paso?
–Nuestra situación era diferente en materia de administración a la que hay ahora. No había ni jugadores. Más el problema de Ahumada. Que llegaba Ahumada, que llegaba la policía y que nos cerraban el club. No es excusa; fue una realidad. Me sentía que estaba solo navegando contra todo. Todos los que estaban en el club saben que dejé de hablarle a Ahumada estando trabajando. Y bueno después de esa primera rueda de 2009, por el sentimiento que tengo por Talleres, decidí que la gente del fideicomiso tomara otro rumbo futbolístico y me fui.

–¿Y ahora?
–A Talleres le va a ser más difícil salir del Argentino que subir de la B a Primera. Talleres es la gente, el monstruo que es la gente, y por eso, lógicamente, la paciencia es corta. Es el legado más pesado de toda Córdoba. Talleres tiene que cambiar el rumbo. Creo que Escribano, quizá por su juventud e inexperiencia, necesita a alguien de consulta que esté en el día a día con él. Porque a Talleres sólo le sirve una cosa: ascender.

–¿Se arrepiente de haber vuelto la última vez?
–No me arrepiento. Tuve la ilusión de revertir lo que parecía irreversible. No pudimos.

–¿Qué cree que piensa el hincha de Talleres de usted?
–Hay que preguntárselo a ellos.