Empate 1-1 con Libertad. En el debut de 11 refuerzos en el equipo albiazul, las mejores cartas de presentación fueron las de Claudio Riaño, Agustín Díaz y Ramiro Pereyra. Hubo una mezcla de aplausos y silbidos al final del partido en el Chateau.

Ah... el debut. El momento esperado por todos. Cuando propios y extraños se mueren por presentar sus credenciales para impresionar, agradar y soñar. Es el nacimiento de un nuevo Talleres. “¿A ver los nuevos?”, se preguntaban los 22 mil hinchas que al final fueron al Estadio Mario Alberto Kempes. “Ese Sebastián Sáez es bueno. Hizo varios goles... Es rápido. Diego Erroz la maneja bien. ¿Y el arquero? Que Michael Etulain sea mejor que Federico Crivelli”, sigue el análisis en la tribuna Daniel Willington, la más llena, ya con el partido avanzado. Una, dos, tres de las 10 nuevas historias, las que llevan adelante los jugadores que llegaron para impulsar el sueño del ascenso. ¿Una más? Sí, la del entrenador José María Bianco, también debutante en esta difícil categoría como lo es el Argentino A.

Y mientras el equipo le costaba progresar en la cancha, los interrogantes se sumaban. Quién de ellos, de los nuevos, sería capaz de ser el héroe de la fría noche en el Chateau; aquel capaz de meterse el partido en el bolsillo, de ser el héroe en el debut.

“¿Yo no puedo ser?”, pareció decir Claudio Riaño cuando convirtió el 1-0 parcial con esa media vuelta resuelta con un remate final que pegó en el travesaño y entró, dejando sin reacción a Iván Baigorria, el arquero de Libertad de Sunchales.

Un gol que llegó a los 4 minutos del complemento. Justo cuando al goleador albiazul de la temporada pasada (terminó con 11 y con el de anoche se fue a 12 en 30 partidos), recibía poco y afuera le contaban la costillas porque no había tenido un buen cierre de año. Al punto que ayer mismo había terminado de firmar Sebastián Domínguez, un delantero central que “el Chaucha” Bianco se había cansado de pedir.

El 1-0 parcial fue el desahogo para un comienzo difícil, por aquel gol que le anularon al propio Sáez (horror del juez del línea Darío Ramonda que primero lo convalidó y luego lo anuló) y por un rival inteligente. Pero ese capítulo se cerró ahí nomás. Lo culminó el propio rival con el 1-1 de Paolo Berardi y la impotencia albiazul.

Aquellas historias iniciales, las de los refuerzos, tuvieron un comienzo duro. Con demasiadas preguntan y pocas respuestas. Algo que hizo que varias veces el entrenador albiazul abriera las manos cuando el equipo tenía dificultades para avanzar. O se erraban pases a dos metros o el equipo perdía el equilibrio por las bandas y los centrales penaban con el pivoteó de Antonelli. ¿Hubo más para analizar? Que tanto tener la pelota no le sirvió de mucho a Talleres, en relación al juego que tuvo el equipo.

Díaz y Pereyra. La ilusión que despertó el tanto de Riaño, retomando la escritura de aquellos capítulos que quedaron inconclusos el torneo pasado, debió esperar a los ingresos de Agustín Díaz y de Ramiro Pereyra, dos referencias conocidas del club, para poder acrecentarse. Como para pensar en un debut victorioso. “El Tin” y “Rama”, dos jugadores que, como en otras oportunidades, arrancaron como elementos alternativos. A la espera de una oportunidad que deberán ganarse día a día.

El propio entrenador albiazul lo reconoció al final. “Con los cambios hubo más juego. (en clara referencia de Pereyra y, Díaz)”, comentó “el Chaucha”.

También sumó a Román Strada, el delantero proveniente de Alumni de Villa María que ingresó en el complemento y también hizo diferencia por la banda izquierda.

Es más, no faltaron quienes lamentaron la ida de Sebastián Navarro, otro jugador propio, que parecía que iba a tener su lugar en esta temporada, pero que finalmente fue cedido a Ferro Carril Oeste, lo que inclusive despertó una polémica entre los integrantes del Fondo de Inversión, el ente que administra el club conjuntamente con el fideicomiso.

Al final hubo aplausos, pero también se mezclaron con algunos silbidos en la despedida final. Talleres inició su tercera temporada en el Torneo Argentino A, con la aspiración obvia: ascender de categoría.

Sin embargo, en la presentación de sus credenciales, no alcanzó para nada más que un empate.

“Lo importante es que tenemos mucho para trabajar. Creí que teníamos que ir más encima del rival. Necesitamos ganar en la mitad de la cancha. El equipo así se hace largo. No es excusa lo de la primera fecha. Hay que saber sortear los planteos del rival”, resumió Bianco. Y a eso nadie lo discutió.