Arzubialde motivador. El técnico de Talleres le escribió frases motivadoras a sus jugadores. Estaban en un pizarrón del vestuario. Se fue feliz. “ Tuvimos una autoridad que marcó la diferencia”.

El pizarrón está lleno de apellidos de futbolistas. Hay de Racing y de Talleres. Un par de flechas a pulso y marcaciones anotadas. Pero lo groso se lee más abajo... Sucede que Héctor Arzubialde fue el Nobel escritor del lunes. Lo tenía todo escrito. Meticulosamente trazado. Dejó que unas 20 mil personas fueran devorando un partido que él había narrado en el vestuario. Allí estaban las frases. Inmutables. Motivadoras para los suyos. Demostrando que las palabras son el instrumento más poderoso del ser humano. Y que lo único imposible es lo que no se intenta por el miedo que se le tiene al miedo.

Seguramente las vociferó con su voz resquebrajada. Estaban una debajo de la otra, precedidas por un asterisco. Concretas. Profundas. “Si dejamos todo hoy volvemos al triunfo, estamos primeros, vamos por más carajo”, alcanza a verse, encuadrada, hacia un costado. Para solidificar la confianza que le había quitado Estudiantes de Río Cuarto, el fin de pasado con el 2-1.

Cerca, otra para que viaje directo al corazón. “Nadie puede superar nuestro nivel de esfuerzo y compromiso”. Al salir del camarín, sería el propio Héctor Arzubialde que contaría su estrategia motivacional a Día a Día. “Siempre lo hacemos. En cada partido están, por ahí la gente no tiene acceso porque es un lugar íntimo pero es una manera de estar cerca de los jugadores”, explica con una sonrisa que se va agrandando como su Talleres líder. Consultado sobre el fin de la modalidad, el DT de Alta Gracia elige ir al grano. A lo más profundo. “La idea es llegar al corazón del jugador, tenerlos motivados”. Y ahí nomás mira con esos ojos brumosos. “Hoy ganamos y nos empezamos a despedir de nuestros rivales”. Como anticipando lo que luego ocurrió. “Ganamos un partido muy importante. Le generamos problemas a Racing y lo resolvimos por la autoridad que demostramos. Pero ojo, el juego no fue fácil y si ellos convertían cuando nos dominaron, la historia era otra”. Y vuelve a reír cuando se le recuerda ese pizarrón anímico. “Uno tiene el mayor nivel de compromiso con los jugadores y no se los puede dejar solos. Hoy, el equipo evidenció solidaridad, estuvimos bien parados atrás, escalonados de manera correcta”, analiza con el vapor sudándole la frente. Y cada respuesta sobre el partido tiene relación directa con las frases que escribió. “No podemos estar quietos, tanto para marcar como para jugar”, se dibuja en la pizarra y vuelve al análisis. “Lo buscamos siempre, golpeamos en los momentos justos, con una decisión y contundencia que estos partidos requieren”, agrega ahora colorado, más de lo habitual.

“Superamos momentos de adversidad. Hicimos tres cambios por lesión en el primer tiempo”, responde. Él sabía que había escrito el partido, lo tenía capítulo por capítulo. “No nos desesperamos nunca”, se lee en el vestuario. Y su Talleres lo cumplió a la perfección. Estaba escrito por el Nobel.