Cuando se iba el primer tiempo, Talleres encontró, en su goleador, la victoria parcial. Pero en el complemento, en ocho minutos, Sportivo marcó tres goles y ganó 3-1.

Una desconcentración, con siesta incluida, de unos 10 interminables minutos, le costó a Talleres una derrota que no podía preverse al término del primer tiempo, cuando, aún sin jugar bien, ganaba 1-0 y el pronóstico del partido le sonreía.

En ese primer parcial, el equipo de Arzubialde no tuvo pretensiones ofensivas, pero al menos lució ordenado y tranquilo, quizá con una excesiva tendencia a cuidarse atrás, pero concentrado. Y si bien el gol de Aranda, ya en tiempo de descuento, llegó por una pifia de Pérez, nada hacía prever lo que sucedió en el segundo tiempo.

Tocado en su amor propio, y dispuesto a que la fiesta que armó no se le aguara, Sportivo Belgrano cambió. Se animó a llegar no sólo a través de las proyecciones por afuera y centros al corazón del área albiazul de González Tapia y Pérez, y apostó al desequilibrio a través de la velocidad de Farías, ubicado en el lugar que realmente hiere: el de atacante por la punta.

Así Francia tuvo a un jugador más punzante para asistir y el Verde comenzó a desnudar una alarmante serie de desacoples defensivos en el Albiazul. Al punto que ni siquiera el penal que Crivelli le atajó a Farías, a los 4 minutos, le sirvió a Talleres para no caer en un bajón tan imprevisible como peligroso.

Arzubialde movió las piezas, sacó al intrascendente Pieters y puso a Navarro para conseguir tener más la pelota y generar juego. Pero a Daniel Primo, quien reemplazó a un volante por un delantero (Zampedri por Pérez) tuvo un acierto mayor.

Sportivo atacó con tres delanteros y hasta si se quiere con cuatro, porque González Tapia se sumó a la aventura ofensiva. Y entonces vino lo peor para la “T”.

Fue una ráfaga impiadosa de color verde, que a puro prepo desnudó las debilidades del fondo albiazul. A los 22, con el desborde de Farías que terminó con el zapatazo de González Tapia y el empate del local; a los 28, tras un córner, mal sancionado por el árbitro Bresler, que Farías, en una posición que Talleres protestó como fuera de juego, mandó a la red; y finalmente, a los 32 minutos, con un penal que sí fue, el de Marín a Zampedri, que el atacante marcó el tercero.

Después vinieron las quejas de los jugadores de Talleres contra el árbitro, que no alcanzaron a ocultar el verdadero motivo de su derrota: una desconcentración generalizada que terminó pagando muy caro.