Entre los titulares sólo hay tres jugadores de inferiores. La duda es si juegan los refuerzos o los del club, y cómo pagará la deuda.

El debate siempre está planteado. Existen sobre la temática las dos posiciones bien marcadas, que pueden servir para en términos de metáforas, ver el vaso “medio lleno” o “medio vacío”. La realidad indica que Talleres en el Argentino A, con una deuda acuciante de casi 30 millones de pesos, tiene urgencias tanto de ascender como de abonar el pasivo antes de 2014. De todas maneras, en el primer equipo, teniendo en cuenta la probable alineación que enfrentará a Racing en el debut, sólo habrá tres productos genuinos de las Divisiones Inferiores: Juan Aballay, Ricardo Marín y Sebastián Navarro.

Incluso podrían ser sólo dos, porque Aballay ingresó por la lesión que marginó a Juan Pablo Rezzónico de la formación, y nadie duda de que cuando se recupere, volverá al primer equipo.

De esta forma, analizando el contexto, surge el eterno debate con relación a los recursos que debe utilizar el albiazul para hacerle frente a sus dos campeonatos. Es que ambos transitan por distintos caminos. Desde el Fondo de Inversión, que recibió instrucciones por parte de la Justicia de ocuparse solamente de la estructura deportiva, sostienen que sólo con jugadores de jerarquía garantizan el ascenso, y que Talleres cuenta con pocos elementos propios que respondan a la altura de las exigencias del torneo. “Talleres tiene que ascender como sea, para obtener dineros de la TV y además será más fácil valorizar a los jugadores”, es la frase más escuchada de los que dirigen al club. Y con relación a los activos, queda en evidencia que con este proyecto, no hay mucho lugar para el patrimonio de las inferiores. Mientras algunos bregan a que se usen “los pibes del club”, a los efectos de que se valoricen y suban de cotización, para de esa forma poder venderlos y hacerle frente al pasivo, otros piensan que “los pibes del club no ganan campeonato” y “se necesita experiencia”. Igual, paralelamente, hay un dinero reservado para el proyecto de inferiores, en busca de fomentar y promover juveniles al plantel profesional.

Las dos posturas son válidas, siempre dependiendo desde el punto de vista en que se lo estudie. La realidad indica que Talleres no tiene mucho margen de error. Quedan tres años para pagar la deuda y si no se generan recursos con la venta de jugadores, el remate de una parte del predio sería inminente. La otra salida, es el ascenso a la B Nacional, y con más ingresos por publicidad y TV, habría otro panorama. Pero para eso, el primer paso se inicia este domingo ante Racing.