Se cumplieron cinco años del crimen de Martín Castro, el hincha de Talleres ultimado por un policía. La causa está estancada en una cámara del crimen.

Jorge Castro (47) se refriega los ojos acuosos y dispara: “Todo el dolor de Malvinas ha vuelto… yo pensé que lo había dejado atrás para siempre, pero no. Desde que mataron a mi hijo, los recuerdos de la batalla en la Isla aparecieron nuevamente”. El hombre es el padre de Martín Castro, un muchacho de 19 años que no llegó a los 20 por culpa de un balazo policial que le perforó un pulmón el 16 de abril de 2005, a la salida de un clásico entre Belgrano y Talleres. Pasaron más de cinco años y el crimen continúa impune.

La causa está frenada desde 2009 en la Cámara 1ª del Crimen, y antes lo hizo durante dos años en la Cámara 8ª. Jorge y Alejandra Vega (41), los padres de Martín, llevan casi tres años esperando a que los fiscales definan una fecha para el comienzo del juicio contra el ex cabo primero Gabriel Alejandro Vivas, acusado de cargar su escopeta con cartuchos de plomo y disparar contra un numeroso grupo de hinchas albiazules que cruzaba piedras y botellazos con los hinchas celestes, sin importar que hubiese niños, mujeres, parejas y hombres absolutamente ajenos a los disturbios.

¿La consecuencia? Martín Castro, quien estaba acompañado por su novia, ligó una perdigonada que le atravesó el pulmón izquierdo. Murió horas después en el Hospital de Urgencias. Otras perdigonadas –todas, del mismo disparo de la escopeta calibre 12/70 Maverick que utilizó Vivas– hirieron de gravedad a Sergio Luis Kowalewsky y Marcelo Hugo Castillo, otros simpatizantes que también se habían detenido a mirar los incidentes. Castillo había llevado a la cancha a su hijo de 14 años, quien resultó la cuarta víctima de la irracional represión policial.

Vivas, por entonces chofer del ex subjefe de Policía Juan Antonio Pesci, fue imputado por homicidio culposo agravado y lesiones gravísimas culposas por la fiscal de Instrucción del Distrito 4, Turno 6, Jorgelina Gutiez. De acuerdo con la investigación, Vivas, quien no estaba asignado al operativo de seguridad de aquel encuentro deportivo, confundió los cartuchos de plomo con postas de goma y disparó indiscriminadamente contra la multitud que se retiraba del Estadio Córdoba hacia la zona de Villa Belgrano.

El abogado de Vivas, Hugo Luna, apeló la decisión de la fiscal Gutiez, y el caso cayó en manos de un juez de control que dio el visto bueno para que se concrete el juicio. La causa se envió a la Cámara 8ª del Crimen en julio de 2007, a la espera de que el fiscal Hugo Almirón decidiera la fecha del juzgamiento.

Habían transcurrido ya dos años y tres meses del asesinato de Castro, y todo apuntaba a que había llegado la hora del banquillo para Vivas. No fue así.

Demoras inexplicables. El expediente se “enfrió” en la Cámara 8ª a raíz de una serie de recusaciones de la defensa y apartamientos de los jueces. A mediados de 2009 fue derivado a la Cámara 1ª del Crimen, cuyo titular es el fiscal Marcelo Novillo. “Es verdad. La causa estuvo mucho tiempo parada en la Cámara 8ª, y nos llegó hace unos meses a nosotros. Nos tenemos que interiorizar con detalle y luego llamaremos a las partes para que ofrezcan sus pruebas. En base a eso, definiremos una fecha. Es posible que demore un tiempo más. Además, debemos darle prioridad a las causas con presos, y ésta no los tiene. De todas maneras, es un juicio que debe hacerse, al igual que todos los que están pendientes”, fue la explicación del fiscal Novillo ante la consulta de este diario.

¿Cuál es el motivo por el que el caso lleva cinco años de investigación y ningún juicio? María Elba Martínez, abogada querellante de la familia Castro, no tiene dudas: “Siempre ocurren demoras inexplicables en el Poder Judicial cuando los imputados son miembros de las fuerzas de seguridad. El imputado Vivas es ex chofer de un jefe policial, por lo que está ligado a una estructura política poderosa y el poder no se arriesgará a abandonarlo por temor a que cuente lo que sabe. El uso de las balas de plomo sin control quedó probado por declaraciones y secuestros de cartuchos en el lugar del crimen, y ese elemento probatorio se presentó también en el caso del asesinato de David Moreno, durante la represión de 2001, ya que se trata de los mismos proyectiles que la Policía había utilizado en aquella oportunidad. No se explica cómo es posible que un policía, sobre todo uno que no era parte del operativo, utilice esos proyectiles a su antojo. Además, la responsabilidad del crimen debería incluir al jefe del operativo y llegar hasta el vértice de la pirámide policial, pero los expedientes siempre se ‘lavan’ antes de ensuciar a los de arriba”.

Palabra de padres. El 17 de abril de 2005, un día después del homicidio, Martín Castro fue velado en su casa de Villa El Libertador. Su papá, veterano de la Guerra de Malvinas, y su mamá, ama de casa, aguantaron hasta donde pudieron y, en 2009, se mudaron a un domicilio de barrio Vicor. Pablo (20), uno de los tres hermanos de la víctima, aún lleva a la cancha una bandera que dice “Justicia por Martín”.

“Es muy difícil todo esto. Vivir en esa casa de Villa El Libertador nos traía malos recuerdos todo el tiempo. Por suerte pudimos mudarnos para relajarnos un poco, aunque noto que estoy mal. Me bajoneo mucho, discuto con mi señora por cualquier cosa, mi humor cambió muy fuerte desde que no tengo mi hijo mayor”, dice Jorge adolorido.

Alejandra, la mamá de Martín, no habla mucho, pero comparte un poema que escribió para su hijo: “Quisiera ser un ángel, tu guardián para conocer contigo el universo. Quisiera ser un poquito Dios para sentirme orgullosa de tenerte en el cielo. Quisiera ser, pero hijo mío, soy tu madre que pretende ser todo esto”.