Desde que quebró hace cinco años (se cumplirán el 28 de diciembre), Talleres navega en un mar agitado por una eterna tempestad. No alcanza a recuperarse de una ola que lo revuelca cuando ya viene otra que le impide sacar la cabeza para tomar aire. El domingo, el equipo logró una gran victoria sobre el líder Deportivo Maipú, un triunfo muy festejado porque se consiguió luego de una valorable reacción y sobre un rival que es uno de los mejores del Torneo Argentino A. Pero la calma posterior al festejo duró apenas un suspiro y ayer a la mañana otra ola arrastró la atención hasta Tribunales.

Mientras tanto, han pasado 58 meses y el club de barrio Jardín, uno de los tres más populares de la provincia, sigue esperando las soluciones que nadie (ni miembros de la Justicia ni eventuales concesionarios) supo encontrar. La salida tiene más vericuetos que un laberinto y las deudas siguen sin honrar. Como la grandeza de Talleres.