El gerenciador evitó las repreguntas en una puesta en escena con sabor a poco.

"Para finalizar, les quiero decir que a partir de ahora mantendré mi posición de no responder preguntas a la prensa. Hasta el final de la temporada". 

–¿Se puede saber por qué? 
–No me hace gracia contestar preguntas. No me da ganas. 

En la última secuencia de su contacto con los medios, ayer por la tarde en la Boutique, Carlos Ahumada mostró la hilacha y volvió a dejar en evidencia su antipatía por quienes se dedican a indagar sobre las cuestiones que la gente quiere y debe conocer. 

Hasta ese momento, la puesta en escena había mostrado al gerenciador de Talleres en una pose amable y predispuesta al diálogo, más allá de que sus respuestas no hayan sido convincentes y de que en la mayoría de los casos sólo buscara salir del paso con frases de ocasión. 

Franqueado por dos de los vices de Ateliers, Carlos Sforzini y Daniel Valencia, y con una tribuna propia que incluyó al ex futbolista Atilio Willington y al ex directivo Francisco Cabasés, Ahumada se prestó durante 40 minutos la requisitoria periodística (la exigencia fue "sólo una pregunta por medio"). Se apoyó en un guión que incluyó estadísticas contradictorias sobre entrenadores, campañas de la "T" y asistencia de socios a la cancha, y también referencias parciales al contrato de concesión de Ateliers. 

Contestó hasta donde quiso y no dio margen para las repreguntas, y su vocero Luis López se encargó de manejar el micrófono con la pericia suficiente como para no exponerlo a alguna incomodidad. De todos modos, quedó claro que para alguien como Ahumada, que en tiempos no tan lejanos enfrentó interpelaciones muchas más duras que las periodísticas, hablar de Raúl Peralta o Sebastián Cobelli, y hasta de su relación con la barra brava del club, le resultaría poco engorroso. Por las dudas, tomó la precaución de empadronar a los periodistas con lujo de detalles: nombre y apellido, medio, teléfono y dirección de e-mail. 

Luego de la "conferencia", Ahumada y su comitiva se trasladaron a la platea alta de la Boutique, donde esperaban unos 50 hinchas a los que no les exigieron carné de socio u otro requisito para "interpelar" al gerenciador. Allí lo recibieron cantando el tradicional "dale la T, dale la T" y hasta un par de veces interrumpieron sus palabras con aplausos y vítores. 

Luego de endulzarle los oídos a su auditorio, el dueño de la SA autorizó el paso de la prensa para que presenciara la reunión. "Carlos, estos son los que te sacan el cuero; no los dejes pasar", le dijeron, y él cambió la orden. Sólo habían alcanzado a pasar los fotógrafos, pero no así las cámaras de TV. "Es que captan audio, por las dudas", indicó un allegado al club. Mientras los periodistas se iban, otros hinchas eran escoltados por la seguridad de Ateliers para sumarse al cónclave con el mandamás de la "T".