Talleres ganaba 3-0, pero se impuso 3-2 ante Olimpo, en un partido muy emotivo.Su gente disfrutó, sufrió y, al final, festejó un triunfo vital bajo un diluvio en la Boutique.

Ahuyentando los fantasmas que, hasta último momento y pese a la lluvia, revolotearon por barrio Jardín, Talleres volvió a festejar por sumar tres puntos demasiado importantes, vitales a esta altura del torneo, para su aspiración fundamental: la de conservar la categoría. Fue 3-2 a Olimpo, en un partido atrapante de principio a fin, pese a que las emociones grandes se vivieron en el primer tiempo.

¡Qué semanita! En la previa, el fútbol, tan maravilloso por la impronta de sus protagonistas, ponía a Talleres en una situación incómoda: en el infierno del descenso directo y con la obligación de cicatrizar sus heridas –al menos las futbolísticas– en tiempo récord para superar a los bahienses.

La goleada ante Unión, las discusiones entre jugadores en medio del vestuario, las declaraciones del vice de Ateliers, Carlos Sforzini, contra el DT Juan Amador Sánchez (le fijó plazo para el partido con Olimpo) y a los jugadores ("son un equipo frío y partido", había dicho), la comparación inevitable con la era de Humberto Grondona –añorada por la mayoría del plantel–, el pedido de explicaciones de "La Fiel" y las pintadas de "Las Violas" decoraron una semana difícil. Había que salir de ahí.

Encima, faltaba el veredicto popular. En la última presentación de local, previa al receso, la "T" se había despedido de su público con un 3-0 con Quilmes, que le permitió sumar 32 puntos. Y Ayer se presentaba ante Olimpo con ese mismo puntaje, aunque con dos derrotas en el lomo.

El primer triunfo de Amador. Un escenario bravo exigía una gran respuesta, que los goles tempraneros de Salmerón (festejó con Amador, quien logró su primer triunfo como DT albiazul), Wilchez y Cobelli se encargaron de dar, bajo una lluvia torrencial. Muchos en la tribuna sacaron sus celulares para retratar la fiesta, como un presagio de una goleada que no fue.

Antes de que se terminara el primer tiempo llegaron los dos tantos de Olimpo y, aunque redundante por tanta agua, fue un baldazo helado que dio lugar al nerviosismo.

Hubo un tiempo para sufrir y al final, llegó el desahogo tan deseado. Hubo que penar más de lo pensado, pero, con el resultado puesto, a nadie le importó nada de nada.

La relevancia que cobran los números minimiza todo lo demás. La "T" cortó una serie de tres derrotas consecutivas (Ferro, Aldosivi y Unión, todas como visitante) y volvió a ganar en la Boutique, como aquella vez ante Quilmes. En casa, Talleres es casi infalible: concretó ayer su tercer triunfo en serie jugando en la Boutique. Allí es donde edifica su esperanza.

4. Son los puntos que le lleva de ventaja Almagro a Talleres en la tabla de los promedios: 111 puntos contra 107 en 98 partidos. La diferencia, que se acortó dos puntos esta fecha, por ahora mantiene a la "T" en la zona de descenso directo.

23. Son los puntos que sumó Talleres en condición de local, con una efectividad del 69,7 por ciento. Jugando en su cancha, la "T" sumó anoche su tercer triunfo en serie, ya que antes del receso le había ganado 1-0 a la CAI y 3-0 a Quilmes.

El hincha número "1"

"Humbertito", presente. La semana pasada, tras la dura derrota de Talleres en Santa Fe cuando fue goleado 3-0 por Unión, Humberto Grondona, ex entrenador albiazul y bajo cuya dirección la "T" había tenido una buena cosecha de puntos en la primera rueda, aseguró que ayer estaría en barrio Jardín para apoyar al equipo en este momento difícil. Y "Humbertito" cumplió. Anoche, "el hincha número 1 de Talleres" (como él mismo se definió) estuvo en la Boutique respaldando a sus ex dirigidos. Se lo pudo ver en una cabina junto al gerenciador Carlos Ahumada y al intendente de la ciudad de Córdoba, Daniel Giacomino. Antes del encuentro, aseguró que de ningún modo aceptaría la propuesta de volver a Talleres en caso de una hipotética renuncia de Juan Amador Sánchez. Después del partido, Grondona se mostró muy feliz con el triunfo albiazul. Para el público albiazul, su presencia pasó casi inadvertida.